28 de marzo de 2010

Orígenes de la división de poderes en la España constitucional (1)

Ilustrados y revolucionarios en su lucha por la libertad

La teoría de la separación de poderes se remonta al siglo XVIII en el pensamiento de algunos intelectuales, principalmente franceses, como Montesquieu, Juan Jacobo Rousseau, John Locke o el americano Alexander Hamilton, en lo que se conoce como Ilustración o Siglo de las luces. 

Era una teoría novedosa, nunca antes Europa había visto una separación similar, puesto que durante el Medievo observamos que lo que Montesquieu definió como los tres poderes era ostentado por el monarca únicamente, así hallamos a la reina Isabel la Católica impartiendo personalmente justicia en numerosas ocasiones. Los reyes, sin embargo, contaban con el auxilio, por un lado, de las Cortes castellanas o aragonesas en España o los Estados Generales en el caso francés, o por los jueces de turno por otro, fieles a la monarquía, que impartían justicia en nombre del rey. 

A la sazón, en Europa apareció una serie de reyes que, influenciados por esta nueva doctrina, se encargaron de hacer realidad alguno de los postulados ilustrados. Entre estos monarcas nos encontramos a Catalina II de Rusia, admiradora y amiga íntima de Voltaire, a José II de Austria, penúltimo emperador del Sacro Imperio y quien sembró del germen de la separación Iglesia y Estado, o a Carlos III, rey ilustrado español por excelencia, entre otros, produciéndose con ellos ciertas reformas sociales, auspiciadas por los ilustrados, como la igualdad jurídica, libertad, derecho de propiedad, etc... 

No obstante, la lentitud y complejidad de estas reformas, realizadas sobre una población inexperta en estas materias, y el surgimiento de nuevos monarcas de corte absolutista, nada partidarios de variar la precaria situación de sus súbditos, dieron al traste con los proyectos ilustrados, frenándose temporalmente sus planes de mejora. Nos encontramos con una monarquía absolutista de derecho divino inmóvil e impasible ante las necesidades del vulgo. 

El carácter conservador de la monarquía, del clero y de la nobleza, participantes únicos en la política, obligaron a un importante sector de la población, sin representación política hasta entonces, a rebelarse contra los dictámenes de la monarquía. Así, la burguesía, con el apoyo del campesinado y del resto del vulgo, lideró un profundo movimiento revolucionario con el fin de derrocar al sistema del Antiguo Régimen, sustituyendo al feudalismo por el capitalismo liberal y los férreos estamentos por las clases sociales semiabiertas. 

Países como EE.UU. en 1776, Francia en 1789 y España en 1812 crearon un sistema político liberal y progresista. Una nueva etapa brotaba acompañada de libertad, violencia y, máxime, un espíritu abierto e innovador que habría de marcar un antes y un después en nuestra historia.

Carlos Romero, C's Granada


25 de marzo de 2010

Gracias ZP, por hacernos ver la luz



No lo digo en broma aunque lo pueda parecer, no es una guasa, hablo en serio, muy en serio. Los ciudadanos de este país, españoles por más señas, debemos agradecerle a José Luís Rodríguez lo que ha hecho por nosotros durante los últimos seis años. Nadie ha unido tanto a los españoles en su historia reciente, salvo Adolfo Suárez, como el Presidente de Gobierno que inventó la Alianza de las Civilizaciones.

Si el inventor de los Pactos de la Moncloa procuró unirnos en lo positivo (el consenso, el pacto, el diálogo, la apertura, la tolerancia y la cohesión). José Luís Rodríguez lo ha hecho precisamente en lo contrario, mostrándonos lo que nos separa, lo negativo (el disenso, el desacuerdo, la incomunicación, el sectarismo, la intolerancia y la disgregación). Si Adolfo Suárez tuvo la inteligencia de mostrarnos que solo unidos podríamos alcanzar un futuro mejor, José Luís Rodríguez ha tenido la extraordinaria idea –posiblemente inconsciente- de mostrarnos que separados no vamos a ninguna parte, pero además ha logrado, más que ningún presidente anterior de nuestra democracia, que los españoles sepamos de política todo lo que desconocíamos, ha hecho una labor pedagógica extraordinaria. José Luís ha sido el presidente que más ha hecho para que los españoles sepamos lo que es "la cosa pública" (aquello de que el dinero público no es de nadie y desde el poder se gasta al antojo del poderoso) antes de que él llegara al Gobierno éramos unos auténticos analfabetos políticos.

Gracias a José Luís Rodríguez hemos sabido que lo único que interesa a los políticos es el poder y los privilegios personales que les reporta. Hemos conocido también que los ciudadanos somos una cuenta de valor o una ganadería estabulada, exclusivamente por nuestra condición electoral. Y por supuesto hemos descubierto que en este país hay fundamentalmente dos clases sociales: la de los políticos (y todos los que viven alrededor de ellos) y la de los ciudadanos (que pagamos la fiesta sin fin).

El mayor error que ha cometido José Luís ha sido tratar de convencer a todo el mundo de que él y los suyos eran los únicos que tenían razón y sus “soluciones” las únicas eficaces para nuestros problemas, porque los españoles somos incapaces en muchas ocasiones de ponernos de acuerdo en lo que queremos, pero funcionamos como una nación vieja –lo que somos- para afrontar lo que no queremos. Desde Napoleón a José Luís siempre lo hemos hecho.

A José Luís tendremos que agradecerle siempre que nos haya vuelto a mostrar que este pueblo no renuncia a su libertad y se une siempre contra la imposición, sea quien sea el déspota, porque los españoles si podemos definirnos por una característica, sin duda, es por nuestro amor a la libertad, que no es exclusivamente política, sino extraordinariamente social y cultural. Hasta Franco supo durante cuarenta años que había "cosas sagradas” que no se podían tocar, fundamentalmente las concernientes al respeto por nuestra vida privada y la mezcla entre nosotros según nos parezca.

Si España se hizo hace 198 años nación política y constitucional, fue por nuestro amor a la libertad, tanto contra el invasor francés como contra el soberano felón y absolutista que nos gobernaba. Liberal es un concepto español surgido en 1811 que más tarde se exportó a todo el mundo. Adolfo Suárez, el presidente que más ha unido a los españoles en los últimos 35 años era liberal, no en vano terminó siendo Presidente de la Internacional Liberal, a la que añadió el concepto de Progresista –por cierto, también de origen liberal y español-.

Esto lo arreglaremos los liberales, como siempre

Antes de que las cosas se pongan peor –que como no se haga nada, se pondrán- los liberales entraremos en acción y encarrilaremos la situación política en España. Cierto es que todavía no sabemos cómo lo vamos a hacer, ni siquiera los que somos, pero sabemos que lo haremos, de eso no tenemos la menor duda. En realidad, lo que se ha demostrado es que si esperamos a que resuelvan nuestros problemas entre el PSOE y el PP, estamos condenados al fracaso de antemano, porque no tienen ninguna posibilidad, ni próxima, ni remota, en ponerse de acuerdo. Les falta la mediación liberal, como se echa de menos un partido como el CDS.

El PSOE ha cometido un error de soberbia, desde que José Luís está en el Gobierno, creando un cordón sanitario alrededor del PP, excluyendo medio país de la decisión política, comportándose de una forma avariciosa y sectaria con el poder que atesoraba, y apoyándose en los enemigos de lo común para los españoles (ETA, nacionalismos, sindicatos), ha derivado nuestras relaciones internacionales por el camino de lo inaceptable (Cuba, Venezuela, Alianza de las Civilizaciones, pasividad) apartándonos del lugar que nos corresponde en Europa y Occidente. Sin reconocer la crisis económica, sin ejercer la autoridad nacional que le corresponde, José Luís ha permitido que nuestro país descarrile endeudándonos astronómicamente, creando 4 millones y medio de parados, y un déficit del Estado que supera el 10 %, algo que nos puede conducir todavía a una situación mucho peor de la que estamos.

Por su parte el PP no ha sabido torear con el morlaco resabiado del socialismo, mostrando su incapacidad de navegar contra los elementos; los conservadores siguen sin resolver sus problemas de conciencia propia, y han permitido que les retraten con el olor a alcanfor e incienso, por falta de inteligencia y audacia, quizás saboreando la victoria que se deriva de la humillación ajena. La España que Mariano Rajoy puede ofrecer, dista mucho de la España deseada. La España que José Luís Rodríguez nos legará, dista mucho de la España que queremos.

Y con estos mimbres hay que hacer un cesto para recoger el agua de la riada, no lo tenemos fácil. Por eso considero que es la hora de los liberales, españoles sin complejos, ecuánimes y tolerantes, ni socialistas, ni nacionalistas, ni conservadores, pero implacables con la realidad, y tremendamente eficientes con la política, y desde una perspectiva económica, los únicos que se pueden enfrentar con una situación como la que atravesamos y resolverla, sin crear una situación insoportable entre los españoles.

¿Qué hay que hacer?

Está claro que la solución de nuestros problemas pasa inexorablemente por la economía que no es una cuestión de opinión. No por la economía sostenible de José Luís, sino por la economía sostenida del mercado, por la mano invisible de Adam Smith. El primer objetivo será reunir a los economistas más prestigiosos de nuestro país –que los hay- y que realmente saben lo que ocurre para hacer un buen diagnóstico de nuestra situación y buscar un tratamiento correcto. Los coordinadores del consejo de sabios deben ser moderados y transversales, ni conservadores, ni socialistas, ni nacionalistas a poder ser, y si no han participado en política, mejor. Por supuesto quedan excluidos de la obra Cándido Méndez y Fernández Toxo, porque en todo lo económico lo que participen “los comisarios sociales” está condenado al fracaso de antemano. Si han permitido que el paro llegue a 4 millones y medio de ciudadanos sin hacer nada porque les conviene, ¿qué se puede esperar de ellos? ¿Qué hacen unos sindicalistas inflados resolviendo los problemas económicos de un país como España? Dejar participar a los sindicatos en un acuerdo económico nacional, sería como incluir a Rouco Varela en el debate sobre la Ley del Aborto para llegar a un acuerdo, ¿qué pueden aportar si su posición es inamovible y recalcitrante?

Mientras se encauzan los problemas económicos, hay que abordar los problemas políticos sin demora. Definitivamente demasiado poder termina embriagando a cualquiera, siempre ocurre lo mismo, en la segunda legislatura –salvo la excepción de la resaca del franquismo que terminó con Felipe González entre el GAL y Filesa- a los presidentes de este país se les va la olla, porque se piensan que ancha es Castilla y todo el monte es orégano. Por eso es preciso crear un Gobierno Limitado a partir de ahora, donde el poder político sea controlado por determinadas instancias o instituciones independientes. Para eso es imprescindible que la Justicia en este país se despolitice definitivamente y que el imperio de la Ley sea idéntico para los políticos y los ciudadanos. Con una justicia politizada es absolutamente imposible que un país sea democrático.

Por último, para no agotar a los lectores, solo añadiré el papel que nos corresponde a los ciudadanos, que no es otro que el de exigir respeto a los políticos y fundamentalmente, a los medios de comunicación que juegan a políticos. Es imprescindible que los medios de comunicación respeten la inteligencia de los ciudadanos y abandonen el pesebre de las subvenciones. Mientras tengamos unos medios de comunicación que dependan económicamente de las bufandas políticas no tendremos una información veraz sobre las cosas que realmente ocurren y todo será propaganda, lo que nos aleja de la información que necesitamos para abordar una solución eficaz a nuestros problemas.

Evidentemente lo que vale para los medios de comunicación, sirve para todos los colectivos parapolíticos subvencionados por los distintos gobiernos del Estado, autonómicos y municipales. Y me refiero a instituciones de nueva creación política, como a ONGs (OGs, más bien) y colectivos que florecen con el regadío del dinero público, incluidas las instituciones viejas como la Iglesia Católica y los Sindicatos, si quieren sostenerse que lo hagan con sus propios recursos. Porque al fin y al cabo sólo sirven para hacer política, bien a favor o en contra de los gobiernos, según sea el patrocinador. Una cosa es la caridad, otra la solidaridad y otra muy distinta el impuesto obligatorio para pagar a los cortesanos del mandatario de turno.

La mediación liberal es una cuestión imprescindible para resolver los problemas que tenemos en España, se ha demostrado que socialistas, conservadores y nacionalistas son incapaces de ponerse de acuerdo por si solos. Y para los despistados, recuerden que Rosa Díez no es liberal, sino socialista –incluso mucho más socialista que José Luís- por lo que la rueda de recambio del socialismo, la UPyD (socialista, autoritaria, sectaria y radical), está pinchada y no sirve para el propósito.

La única alternativa de solución pasa indispensablemente por los ciudadanos, no por los políticos, así que vayan abandonando su comodidad –antes de que la incomodidad sea obligatoria- y hagan un esfuerzo, queridos compatriotas, para no desentenderse de la política antes de que sea demasiado tarde. Durante el franquismo estaba prohibido participar en política, en la democracia, los políticos se han aprovechado de lo heredado de la dictadura, para que los ciudadanos sigamos sin participar en política, considerando un triunfo democrático que se celebren elecciones cada cuatro años y la gente acuda a votar.

Verán ustedes, los gobiernos y los políticos son como los hijos, no se les puede traer al mundo y luego desentenderse de ellos, necesitan atención, cuidado, vigilancia y control, porque si no nos ocupamos de ellos terminarán saliéndonos ranas y sapos, en vez de princesas y príncipes –princeps inter pares, por supuesto-.

Seamos ciudadanos responsables con nuestras decisiones, exijamos que los políticos por los que hemos votado se comporten correctamente y si no lo hacen, nuestra obligación es sancionarles retirándoles el apoyo concedido; si no lo hacemos, no aprenderán nunca que son una consecuencia de nuestra decisión y terminarán pensando –como ahora lo hacen- que nosotros somos siervos de su desmesura. Pues manos a la obra, que hay mucho trabajo por delante.

José Luís, muchas gracias. ¿Cuál es el siguiente tema del día?


E.S.R.

24 de marzo de 2010

'Ciudadanos anónimos, leyendas no escritas' (José Manuel Areces)

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Hoy he podido reencontrarme a través de la red con
un antiguo conocido, una persona inteligente, libre y con grandes ideas, un paria de nuestro tiempo, un desterrado por el clan burocrático que guía los destinos de la Patria.

España en su historia es el cúmulo de dos caminos paralelos, el de los gobernantes, burócratas, chupatintas y lameculos, y el camino de los hombres libres que contribuyeron también para que fuésemos algo grande a pesar de los puntapiés, zancadillas, putadas, envidia y saña de los primeros. Cuando el clavo despunta, el martillo acude raudo a machacarle la cabeza, esa es nuestra España. Aquí hay mucha mala baba y si no andas bajo el radar te meten la crisma bajo el charco en menos que canta un gallo. Para prosperar hay que formar parte de un clan y reír las gracias al mediocre de turno, ser de una familia determinada, dejarse tomar por dónde amargan los pepinos, o arrodillarse ante el mejor postor. Pensar por uno mismo, señalar al rey desnudo, cantarle las cuarenta al poderoso, o demandar justicia son gestos destinados al paredón, al sambenito y el escarnio público, así ha sido desde la noche de los tiempos.

Me atraen las personas libres, los que se meten en líos, los que no callan ni bajo el agua, los quijotes, loa antihéroes, los perdedores, los que alzan la bandera cuando no toca, los que dicen la verdad desnuda, los que visten el traje remendado pero llevan la cabeza bien alta. En aquellos encuentro por regla general más mérito y originalidad, más autenticidad que en cualquier baboso pelotero de los que tristemente pueblan en exceso nuestra piel de toro.

Estas son las personas que atraen la infamia, la envidia, las injurias, a los que les rompen los huevos a palos, pero de lo que nunca sacas una confesión ni un renuncio a mi fe. Son personas que llevan tantos palos encima que uno más les trae una higa, y se permiten mirar con desprecio y desafío al poder. Porque no tienen nada que perder, porque no les pueden arrebatar nada más, y lo que llevan dentro no se vende en los kioscos, ni se compra con un master, se sortea en una tómbola o se puede hurtar. Tienen siempre brillo y luz propia, no precisan de focos, flashes, bambalinas, corifeos ni mamporreros y rufianes. No son amigos de pugnar por sacarse una foto al lado de un personaje conocido, pues tienen demasiada dignidad. Son aquellos a los que los amigos avisan de un fatal y cierto destino, pero haciendo oídos sordos, se encaminan a él con la triste certeza de un final asegurado, porque la honra, la verdad o la propia fatalidad obligan. Sin desearlo ni pretenderlo, son los abanderados de la honra nacional.

Ese puñado de personas libres tienen por insana costumbre sacrificarse por causas justas, conquistar continentes, inventar nuevas medicinas, escribir obras geniales, acometer tareas imposibles con éxito y en la mayor parte de los casos suelen quedar sin blanca y en el olvido. Como digo nuestra historia está forjada por muchos de ellos aunque sus nombres no figuren, y hoy en día otros tantos viven en nuestro entorno, como digo es fácil localizarles. Normalmente los instantes más gloriosos de nuestra patria han sido bordados por su manos y pintados con sus venas, aunque a la postre, el mérito se lo haya adjudicado el listo de turno. No suelen andar escurriendo el bulto, ni maldiciendo al prójimo sin causa, ni envidiando el capital ajeno. No se presentan de gorrones, ni demandan subvenciones, construyen su futuro con su propio merito, y como decía Marco Anneo Lucano, son los que se alejan de los palacios, porque virtud y poder no casan bien.

De querer un futuro mejor para esta tierra, y en caso de apostar, me pongo del lado de ellos, y ya sé que me juego pensión, hacienda, esposa y hasta el apellido, pero de tener que dejarse algo por el camino, prefiero hacerlo en buena compañía y con la cabeza bien alta, con honra, que manchado con la tizne indeleble que adorna a los mandamases y toda su jarca pestilente de borregos. Prefiero recordar sus nombres y escribir sus historias, porque para hablar de famosos y poderosos ya están los chupatintas bien pagaos, los aspirantes y los catedráticos de historia pomposos.

Para ser grandes como nación, antes hemos de ser grandes por dentro, para vivir mejor, antes hemos de ser mejores. Porque no hay gloria de la buena sin honra.

José Manuel Areces

19 de marzo de 2010

Ansia por la libertad en plena crisis económica, política y social (Bernardo Rabassa)

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(Diario Crítico).- Algo debe estar pasando en España cuando el año pasado, en Cádiz, el 19 de marzo, a sólo 3 años de la celebración del Bicentenario de la Constitución Liberal de Cádiz, “la Pepa”, en la ofrenda floral al Monumento, en la Plaza de España, nos encontramos, en vez de los cincuenta, como mucho ochenta personas, que nos habíamos reunido los últimos 25 años, a más de 3.000 personas. Una compañía de infantería de marina con banda de música, dos centenares de personas ataviadas con uniformes de época, y de majas y majos de 1812, que desfilaron ante nuestros atónitos ojos de liberales, acostumbrados exclusivamente a nuestro propio entusiasmo. El Vicepresidente de la Junta de Andalucía, Gaspar Zarría, la Alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, y los Alcaldes de Móstoles y San Fernando, además del Presidente del Ateneo y el Presidente del Club Liberal 1812, Enrique García Agulló, que nos dedicaron sendos parlamentos, por cierto, el mejor, el de nuestro compañero Enrique, por lo vibrante de su tono y su capacidad de entusiasmar, en este caso, a la multitud.

Asombrados, contemplamos el izado de la Bandera de España, en tanto la banda de música de infantería de marina interpretaba el Himno Nacional, coreado con vítores a la libertad y a la patria por la muchedumbre, y una descarga de espingardas que de paso ahogaba una manifestación de obreros de la empresa Delphi, abandonados a su suerte por la Junta de Andalucía, y rodeados por numerosos efectivos antidisturbios, que le daban color local.

Ver para creer, ante la lápida que reza “las Cortes declaran solemnemente que en ellas reside la soberanía nacional”, eso a la izquierda, porque a la derecha se hallaba a Fernando VII, el Rey felón, antiliberal, a quien habría que quitar del Monumento.

Habíamos ido los liberales de los Clubs de Asturias, Madrid, Málaga, Zaragoza, Valladolid, Salamanca y Cádiz. Se podría haber montado un Gobierno alternativo al de Zapatero, sólo con los presentes en la reunión .

Este año 2010, el CLUB LIBERAL 1.812 de Cádiz, conjuntamente con El Club Liberal Español de Madrid, y la Federación Española de Clubs Liberales, han retomado sus actividades con la ilusión y la esperanza de los mismos objetivos que le vieran nacer hace más de veinticinco años, el permanente homenaje a aquel acontecimiento que quienes contribuimos a fundar esta Entidad queríamos perpetuar en lo posible, esto es, el recuerdo cada primavera de aquel primer 19 de Marzo que en 1.812, en nuestra ciudad, pero para toda España y para muchas otras sociedades también, que hicieron nacer la primera Constitución como la contribución que nos diéramos los españoles, a fin de propagar las ideas liberales y de libertad que durante aquellos tiempos nacieron a raíz de estar reunidas Las Cortes, primero en San Fernando y posteriormente, en nuestra ciudad de Cádiz.

Durante todos estos años los socios, simpatizantes y amigos de los Clubs Liberales nos hemos venido reuniendo en un acto que cooperase a que estos deseos pudieran ser propagados, así como para entregar varios premios, Cádiz, el “Libertad”, y el “1.812”, que cada año ofrece, con la evocación de tan significada fecha constitucionalista, a Entidades, personas o colectivos que nos merecieron nuestra atención y suponemos la de muchos otros gaditanos y españoles, como las figuras de Justino Azcárate, Joaquín Satrústegui, Antonio Garrigues, Pedro J. Ramírez, Federico Jiménez Losantos, Carlos Dávila, Jon Juaristi, Antonio Burgos, Esperanza Aguirre, Albert Boadella, Eduardo Zaplana, “El Sitio” de Bilbao, Rodrigo Rato, Antonio Fontan, Fernando Sánchez Dragó, Bernardo Rabassa, Ignacio Camuñas, Carlos Rodríguez Braun o a veces, con dolor de todos pero con nuestra sincera admiración y probado afecto, “in memoriam”, a inolvidables figuras de afectados por el terrorismo que cercena sin piedad lo más preciado de la Libertad, la propia vida.

En esta ocasión la Junta Directiva del Club Liberal 1.812 ha resuelto ofrecer a Dñª Soledad Becerril, el Premio Libertad, un premio que, entre otros extremos, intenta destacar los valores sustentadores de aquellos principios defensores del constitucionalismo y de la libertad en general, y ofrecer a D. Mario Vargas Llosa el Premio1.812, que quiere recordar la trayectoria liberal y de defensa de las ideas liberales de quienes lo han recibido.

La entrega de premios se realizará, el próximo día 19 de marzo a las 21.00 horas en la sede del Casino Gaditano.

Como es habitual en los últimos años El Club Liberal Español entregará el premio Hayek 2009 que este año ha correspondido a Francisco Cabrillo (entregará D.Cristobal Montoro, premio 2008), así mismo la Federación Española de Clubs Liberales institucionaliza el premio “libertad de Expresión” que otorga al periodista Hermann Tertsch (entregará D. José Oneto, premio 2009).

Previamente, a las 19 horas, en una mesa redonda constituida por destacados expertos, se debatirá un tema relacionado “Respuestas liberales para la crisis”. Posteriormente, y en el mismo Casino Gaditano, tendremos un cocktail-cena de confraternización liberal.

Esa misma mañana a las 10.45 h. de la mañana se realizará una ofrenda floral, imaginamos que con igual éxito que el año pasado, en homenaje a la Constitución de 1812 y a los Diputados Doceañistas que la confeccionaron ante el Monumento a las Cortes de la Plaza de España de nuestra ciudad y en el que este año, además de las autoridades locales, estará presidido por la Alcaldesa de Cádiz como viene siendo norma en estos últimos años.

Además y de forma especial este año estaremos acompañados por decenas de diputados liberales de todos los países de Europa y de Iberoamérica pues viene la INTERNACIONAL LIBERAL con su presidente Van Baalen a la cabeza a festejar en un Seminario de trabajo los 200 años de Libertad y de común identidad que trajo nuestra” Pepa” para sus países.

En cuanto a la crisis que ya se dejaba sentir el año pasado y que ha pasado de Valdemala a Valdepeor, a pesar de que la culpa se atribuya a las practicas neoliberales de USA o al llamado capitalismo salvaje, cuando en realidad se originó en las practicas Keynesianas, intervencionistas de los Gobiernos de Carter y Clinton, dando hipotecas “subprime “ a insolventes, o las políticas subvencionadoras de nuestro sistema partitocrático español.

Para los ignorantes, el neoliberalismo, o el liberalismo a secas, no tiene nada que ver con la crisis mundial, como hemos dicho, pues las famosas hipotecas basura (subprime), en ver de darlas con cargo al presupuesto hicieron que las Instituciones financieras pusieran el dinero. Estas, en respuesta lógica, intentaron recuperarse mezclándolas con otras buenas, que se revendían (titulización), y al final nadie sabia cuántos y cuáles de esos activos eran “tóxicos”, es decir, no valían nada, porque se dieron a gente sin capacidad de crédito, y que lógicamente impagaron. De ahí el efecto “dominó”.

Llamarse liberal en los USA porque así se denominó a los del Partido Demócrata (más o menos como el socialista de aquí), en tanto que son los conservadores los que apoyan el auténtico liberalismo de Milton Friedman, Jovellanos, o de la Escuela Austriaca (Hayek, Popper, Ortega, Salvador de Madariaga, etc.).

De forma que ya saben, ahora que el 14% de los ciudadanos españoles se proclaman liberales (según Encuesta del CIS), de forma que pronto los liberales echaremos del Gobierno a un Zapatero fracasado en toda la línea, “e si no e vero e ben trovato”, y si no también, ¡VIVA LA PEPA!, porque como la crisis no se resuelve sola, no hay quien la resuelva, y menos después de oír el debate último en TVE de Corbacho, UGT, CCOO y CEOE, en el que hablaban de un país que sólo existía en su imaginación (Alicia en el País de las Maravillas). ¡Despertad, idiotas!, nos hemos vuelto más pobres, calculo que un 30% menos, ahora vienen las vacas flacas, y no se trata del huevo o de la gallina, ni siquiera del aumento del paro hasta 6 millones, sino del cierre en proporción geométrica de las empresas que nos daban hasta hoy de comer, mas de 300.000 han cerrado en 2009. Hay que estar ciegos para no ver tan demoledora realidad.

Encima ,el Gobierno con los turiferarios de turno, las Cámaras de Comercio, hace una campaña de Publicidad para decir que la crisis debemos resolverla entre todos, es decir que encima nos da la culpa a los mal gobernados por el inepto Zapatero y sus muchachos que no han cumplido ni una sola ni de las promesas, ni de los pronosticos. Solo bajando impuestos, apretándose el cinturón la Administración y los políticos, conseguiremos remontar; encima nos suben el IVA, con lo que en el verano iremos al precipicio.

Bienvenida sea la rebelión de Esperanza Aguirre y para eso vamos a Cádiz este año para gritar: Viva La Libertad y abajo este Gobierno tiránico y opresor. Los liberales somos rebeldes por naturaleza y en este caso especialmente por la tragedia que va a traer tan inmenso error. La culpa además es para repartir, porque si no fuera por navarros y canarios que no les debe preocupar el futuro del resto de los españoles, cuando no afectándoles por sus regimenes especiales, votan a favor del Gobierno y en contra de mas del 50% de los españoles. Arderan en el infierno cuando estén con nosotros en el fondo del Precipicio.

”VIVA LA PEPA” Y LA INSURRECCIÓN

Bernardo Rabassa es Presidente del Club Liberal Español y Premio 1812 (2008)

18 de marzo de 2010

VIVA LA PEPA

Esta frase tiene que ver con el grito que usaban los liberales españoles en adhesión a la Constitución de Cádiz, promulgada en 1812 el 19 de marzo (día de San José).


Estimado/a amigo/a de la libertad,

Os recordamos los actos de mañana:

Fecha: 19 de marzo de 2010

Lugar: Monumento a las Cortes (Plza. De España)

10.45 h. Ofrenda Floral

Posterior a la ofrenda, haremos un recorrido turistico hasta llegar a
Lugar: Taberna Casa Manteca

(c/ Corralon esquina c/ San Felix- Parking Colegio Valcarcel zona playa de la caleta)

14.00 h. Comida de Hermandad Liberal

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Lugar: Sede del Casino Gaditano (Plaza de San Antonio nº 15. Cádiz)

19.30 h. Mesa Redonda

"RESPUESTAS LIBERALES A LA CRISIS"
con la intervención de Rocío Albert, Francisco Cabrillo, Carlos Rodríguez Braun y Hermann Tertsch.

Entrega de Premio HAYEK 2009 y
Premios 1812 - LIBERTAD y LIBERTAD DE EXPRESIÓN 2010

.- PREMIO LIBERTAD 2010 A Dña. SOLEDAD BERCERRIL entregado por D. ENRIQUE GARCÍA AGULLÓ (Presidente del Club liberal 1812 de Cádiz).
.- PREMIO 1812 2010 A D. MARIO VARGAS LLOSA, en su nombre lo recogerá la alcaldesa de Cádiz, Dña. TEÓFILA MARTínez, entregado por D. CARLOS RODRÍGUEZ BRAUN. (Premio 1812 2009).

.- PREMIO FRIEDRICH AUGUST VON HAYEK 2009 A D. FRANCISCO CABRILLO entregado por D. BERNARDO RABASSA (Presidente del Club Liberal Español)

.- PREMIO LIBERTAD DE EXPRESIÓN 2010 A D. HERMANN TERTSCH entregado por D. JOSÉ GARCÍA CASTILLO (Coordinador de la Federación de Clubs Liberales)

Esperando contar con tu presencia y poder saludarte personalmente
recibe un saludo liberal y VIVA LA PEPA!

Bernardo Rabassa
Presidente del Club Liberal Español

17 de marzo de 2010

Entrevista a Almudena Negro, presidenta de Foro Liberal

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(Publicado en el blog de Alejandro García Ingrisano)

Nota:
Esta entrevista se realizó a raíz de un artículo sobre la censura en internet, publicado en Letras Libres. Aunque fue citada ampliamente en el artículo, la entrevista no había sido publicada en su totalidad. El Foro Liberal, del que es presidenta Almudena Negro, es uno de los promotores de la plataforma por la libertad en internet Libertad 2.0.


¿En qué se diferencia vuestra plataforma de otras propuestas contra la ley de economía sostenible?

Se diferencia fundamentalmente en los presupuestos básico. Libertad 2.0 exige la retirada de la disposición final primera del anteproyecto de la LES porque consideramos que vulnera derechos individuales, no derechos colectivos. Asimismo, nos parece intolerable que el gobierno utilice las instituciones del Estado para otorgar privilegios feudales a entidades privadas. Que es exactamente lo que hace esta legislación injusta, que, citando a Bastiat, no consideramos ley sino despojo legal.

Ciertamente, partimos de diferentes presupuestos pero el objetivo es el mismo: la retirada inmediata de dicha disposición final. También pedimos la inmediata derogación del canon, puesto que consideramos que el gobierno está criminalizando a las personas y liquidando la presunción de inocencia en que se basa la Justicia. Además, la LES liquida el derecho a una tutela judicial efectiva y al derecho al juez predeterminado por la ley, al cambiar de jurisdicción los conflictos que pudieran surgir. Así, de aprobarse esta ley injusta, el internauta ya no pleitearía con una entidad privada (privado-privado) como pudiera ser la SGAE ante tribunales civiles y/ó mercantiles, sino que será el propio gobierno, a través de una comisión administrativa, en mi opinión muy acertadamente denominada Sección Segunda (SS), quien tomará la decisión de si la página o bitácora en cuestión vulnera derechos de propiedad intelectual, pasando después el asunto a la jurisdicción de lo contencioso-administrativo, que, como dice cierto informe del CGPJ filtrado a los medios en una clara maniobra de intoxicación, no entrará en el fondo de la cuestión. Los jueces serán lacayos de los políticos, limitándose a decretar, o no, el cierre de las páginas.

Esto último es de una gravedad extrema, no sólo porque será la SS quien decida si somos delincuentes o no, sino además porque, como todo ciudadano que ha sido multado sabe, las prerrogativas que la Administración tiene “contra” las personas son brutales. Usted pague la multa y luego recurra.

A esto hay que sumarle que si un webmaster considera que se vulnera alguno de sus derechos fundamentales, como pudiera ser la libertad de expresión o su intimidad (¿de dónde van a sacar los datos de los webmaster los miembros de la SS?), tendrá que acudir a los tribunales contenciosos de la Audiencia Nacional, lo cual, ciertamente, es, pese a lo escandaloso de los titulares, de lo poco jurídicamente lógico que se ha introducido en toda esta locura liberticida, puesto que es la Audiencia quien interviene en estos casos. También es así con protección de datos.

De aprobarse la LES tal y como está redactada la indefensión de los ciudadanos que tengan web va a ser brutal.

¿Por qué os parecía necesario añadir esta propuesta a otras existentes?

Debo aclarar, llegados a este punto, que Libertad 2.0 es una iniciativa abierta a toda la sociedad y que entre las asociaciones convocantes no todos somos organizaciones liberales, aunque Foro Liberal que es la asociación que tengo el honor de presidir, evidentemente, lo sea. Además, entre los adheridos al manifiesto hay organizaciones y personas de todo el espectro político-ideológico.

Personalmente suscribí, pese a tener ciertas reticencias y porque entendí que nacía de un consenso de la red, el “manifiesto en defensa de los derechos fundamentales en internet”. Sin embargo, no puedo suscribir iniciativas que hablan de derechos colectivos, propiedad procomún ó una especie de anarquía de corte socialista, sencillamente porque se aleja de mis convicciones y principios, que son liberales. Creo que la Iniciativa Libertad 2.0, que defiende la libertad desde el respeto a los derechos individuales y la propiedad privada, que es la única manera, en mi opinión, en que se puede defender la libertad, puede ser suscrito por cualquier persona que se considere liberal. Otra de las diferencias que creo son importantes es la petición de dimisiones, es decir, que exigimos responsabilidades políticas. Así, Libertad 2.0 exige la dimisión de las ministras responsables de este atentado contra la libertad, Elena Salgado y Ángeles González Sinde, por intentar instituir una verdadera policía del pensamiento. Ciertamente creemos que las otras iniciativas se quedan, en este sentido, un poco “cortas”.

Es cierto que se nos ha acusado desde ciertos sectores de la izquierda de “dividir” por el mero hecho de existir. ¡Cómo se si me pudiera exigir suscribir “Das Kapital” simplemente porque promete un paraíso terrenal! No, hombre, no. Todos queremos lo mejor, pero no todos somos socialistas.

Ojo, con esto no quiero decir que no compartamos objetivos con otros grupos de la red. Es más, tengo claro que si presentan alguna acción en contra de la LES me sumaré a ella y, por supuesto, desde Iniciativa 2.0 les invitamos a participar en las que nosotros decidamos llevar a cabo. Somos compañeros de causa.

¿La plataforma podría tener más recorrido que el de oponerse a esta ley en particular?

Sí. La Iniciativa Libertad 2.0 ha nacido para quedarse defendiendo la libertad en Internet. Antes de la LES y después de la LES. Los objetivos marcados son muchos: derogación del canon, cambios legislativos para que el modelo de propiedad intelectual sea un modelo del siglo XXI y no del XX, iniciativas en contra de la censura, que se auditen de una dichosa vez las cuentas de la SGAE y demás entidades de gestión, apoyo a bloggers e internautas perseguidos en el resto del mundo… ¡hay tanto por hacer! Por cierto, a este respecto he de decir que no sólo han firmado ya nuestro manifiesto internautas españoles. Por ejemplo, la blogger antichavista Martha Colmenares, de Venezuela, se ha adherido a nuestra iniciativa. Libertad 2.0, como Internet, tiene carácter global, mundial.

Te puedo contar que en breve anunciaremos una serie de iniciativas, acciones, que vamos a plantear off line en contra de la LES. Tenemos que salir de internet y llegar al ciudadano de la calle, a esas personas que creen que los internautas son una suerte de piratas; delincuentes dispuestos a robar lo que sea. Ya está bien de toda esa tecnofobia carca que defiende ideas rancias como que el uso de las redes sociales fomenta la delincuencia, que Internet es poco menos que un peligro con patas (virtuales) o que el P2P es criminal.

Tenemos que hacer llegar a la sociedad que el que tú me prestes, por supuesto sin ánimo de lucro, un libro, un DVD o un mp3 no puede ser criminalizado. La gente ha de saber que los enlaces, que es la base de la WWW, no pueden ser motivo del cierre de una página – ni en China lo son- y que con la ley que pretende aprobar el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero hasta Google podría caer en la ilegalidad. ¡Ya está bien! Debemos rebelarnos cuando el gobierno se pone tan escandalosamente del lado del poderoso y en contra del ciudadanos.

¿Qué une a las asociaciones firmantes? ¿Es sólo la oposición a esta ley en particular, o también otros valores?

Evidentemente Libertad 2.0 no surge sólo como oposición a una ley en concreto. Ha sido la suma de hartazgos contra el estamento político que se ha propuesto liquidar, porque lo temen y lo desconocen, el único reducto de libertad que a muchos nos queda, que es internet. Cuando los medios de comunicación están sujetos a concesión administrativa o viven en parte de la publicidad institucional y las suscripciones “públicas”, para muchos de nosotros, integrantes de asociaciones que han nacido “de la Red”, como es el caso de Foro Liberal o con fuerte presencia en la misma, Internet es una válvula de escape, la única forma que tenemos de llegar a la sociedad civil, un sitio en donde todos somos iguales. Y esto, evidentemente, a los liberticidas y a los apesebrados no les gusta.

Como ya he mencionado anteriormente, Libertad 2.0 nace con vocación de permanencia, de constituirse en un foro de denuncia de los abusos del poder, del atropello de los políticos contra los ciudadanos, de la vulneración de nuestras libertades y derechos civiles.

¿Cómo valoráis vuestra reunión con Esperanza Aguirre?

Muy positivamente. Siempre es positivo ver que aún quedan políticos que anteponen la libertad al sectarismo partidista o a los lobbies de presión. He de decir que nos sorprendió mucho la velocidad de reacción del PP de Madrid y el compromiso de su presidenta de presentar una iniciativa en la Asamblea de Madrid instando a la derogación de la LES. De todas formas, hay que decir que el PP de Madrid no ha sido el único partido que se ha sumado en alguna medida a nuestra denuncia. También el partido de Albert Rivera, Ciudadanos, y el Partido de la Libertad Individual han suscrito nuestro manifiesto. ¡Ojalá lo suscribieran todos los partidos políticos! Claro que eso sí que es una utopía…


15 de marzo de 2010

Cadiz, 19 de marzo ¡Viva la Pepa!

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Querido amigo:

El CLUB LIBERAL 1.812 ha retomado sus actividades con la ilusión y la esperanza de los mismos objetivos que le vieran nacer hace más de veinticinco años, el permanente homenaje a aquel acontecimiento que quienes contribuimos a fundar esta Entidad queríamos perpetuar en lo posible, esto es, el recuerdo cada primavera de aquel primer 19 de Marzo que en 1.812, en nuestra ciudad, pero para toda España y para muchas otras sociedades también que hicieron nacer la primera Constitución que nos diéramos los españoles, así como la contribución a propagar las ideas liberales y de libertad que durante aquellos tiempos nacieron a raíz de estar reunidas Las Cortes, primero en San Fernando y posteriormente, en nuestra ciudad de Cádiz.

Durante todos estos años los socios, simpatizantes y amigos del Club Liberal 1.812 nos hemos venido reuniendo en un acto que cooperase a que estos deseos pudieran ser propagados, así como para entregar dos premios, el “Libertad” y el “1.812” que, cada año, ofrecemos, desde Cádiz y con la evocación de tan significada fecha constitucionalista, a Entidades, personas o colectivos que nos merecieron nuestra atención y suponemos, la de muchos otros gaditanos y españoles, como las figuras de Justino Azcárate, Joaquín Satrústegui, Antonio Garrigues, Pedro J. Ramírez, Federico Jiménez Losantos, Carlos Dávila, Jon Juaristi, Antonio Burgos, Esperanza Aguirre, Albert Boadella, Eduardo Zaplana, “El Sitio” de Bilbao, Rodrigo Rato, Antonio Fontan, Fernando Sánchez Dragó, Bernardo Rabassa, Ignacio Camuñas, Carlos Rodríguez Braun o a veces, con dolor de todos por con nuestra sincera admiración y probado afecto, “in memoriam”, a inolvidables figuras de afectados por el terrorismo que cercena sin piedad lo más preciado de la Libertad, la propia vida.

En esta ocasión la Junta Directiva del club Liberal 1.812 ha resuelto ofrecer a Dñª Soledad Becerril, el Premio Libertad, un premio que, entre otros extremos, intenta destacar los valores sustentadores de aquellos principios defensores del constitucionalismo y de la libertad, en general, y ofrecer a D. Mario Vargas Llosa el Premio 1.812, que quiere recordar la trayectoria liberal y de defensa de las ideas liberales de quienes lo han recibido.

La entrega de premios se realizará, el próximo día 19 de marzo a las 21.00 horas en la sede del Casino Gaditano.

Como es habitual en los últimos años El Club Liberal Español entregará el premio Hayek 2009 que este año ha correspondido a Francisco Cabrillo (entregará D.Cristobal Montoro, premio 2008), así mismo la Federación Española de Clubs Liberales institucionaliza el premio “libertad de Expresión” que otorga al periodista Hermann Tertsch (entregará D. José Oneto, premio 2009).

Previamente, a las 19, horas, en una mesa redonda constituida por destacados expertos, se debatirá un tema relacionado “Respuestas liberales para la crisis”. Posteriormente y en el mismo Casino Gaditano, tendremos un cocktail-cena de confraternización liberal.

Esa misma mañana a las 10.45 h. de la mañana se realizará una ofrenda floral, en homenaje a la Constitución de 1812 y a los Diputados Doceañistas que la confeccionaron ante el Monumento a las Cortes de la Plaza de España de nuestra ciudad y en el que este año, además de las autoridades locales, estará presidido por la Alcaldesa de Cádiz como viene siendo norma en estos últimos años.

Puedes ampliar la información en nuestra Web: http://www.1812clubliberal.org/

Esperando verte de nuevo recibe un fuerte abrazo.

Rafael O’Donnell
Secretario

P.D. Si lo desea, puede visitar nuestra Web: www.1812clubliberal.org, y la del Club Liberal Español: www.clubliberal.org, para una mayor información. Y si desea recibir información electrónica de nuestras actividades, envíe un e-mail facilitándonos su dirección de correo electrónico para poder añadirle a nuestra base de datos.

La organización del acto en Cádiz se hará desde la sede del Club Liberal Español en Madrid, a través de su secretaria, Margarita Rabassa (móvil: 606 362 470 – e-mail: secretaria.club.liberal@gmail.com).

INFORMACIÓN DEL EVENTO

Fecha: 19 de marzo de 2010
Lugar: Monumento a las Cortes (Plza. De España)
10.45 h. Ofrenda Floral

Posterior a la ofrenda, haremos un recorrido turístico hasta llegar a
Lugar: Taberna Casa Manteca
(c/ Corralon esquina c/ San Felix- Parking Colegio Valcarcel zona playa de la caleta)
14.00 h. Comida de Hermandad Liberal
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Lugar: Sede del Casino Gaditano (Plaza de San Antonio nº 15. Cádiz)

19.30 h. Mesa Redonda "RESPUESTAS LIBERALES A LA CRISIS"
con la intervención de Rocío Albert, Francisco Cabrillo, José Garcia Castillo, Enrique Montiel, Cristóbal Montoro , Carlos Rodríguez Braun y Hermann Tertsch.

Entrega de Premio HAYEK 2009 y Premios 1812 - LIBERTAD y LIBERTAD DE EXPRESIÓN 2010

.- PREMIO LIBERTAD 2010 A Dña. SOLEDAD BERCERRIL entregado por D. ENRIQUE GARCÍA AGULLÓ (Presidente del Club liberal 1812 de Cádiz).
.- PREMIO 1812 2010 A D. MARIO VARGAS LLOSA, dado que el premiado no podrá acudir, y recogerá el premio en fechas posteriores, D. CARLOS RODRÍGUEZ BRAUN. (Premio 1812 2009) dirá unas palabras en su honor.
.- PREMIO FRIEDRICH AUGUST VON HAYEK 2009 A D. FRANCISCO CABRILLO entregado por D. CRISTOBAL MONTORO (Premio HAYEK 2008)
.- PREMIO LIBERTAD DE EXPRESIÓN 2010 A D. HERMANN TERTSCH entregado por D. JOSÉ ONETO (Premio LIBERTAD DE EXPRESIÓN 2009)

21.30 h: Cocktail-Cena.
A todos los asistentes se les regalara el libro:

"ENTORNO A LAS CORTES DE CÁDIZ" de José García León.

Links donde aparece el evento: 1812 Club Liberal, Club Liberal Español, FACEBOOK.


Margarita Rabassa
www.clubliberal.org
Teléfono: 918567282 Móvil: 606362470
E-mail: secretaria.club.liberal@gmail.com


7 de marzo de 2010

Bernardo Rabassa: 'La traición del IVA'

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En estas fechas de crisis propicias a toda clase de traiciones a la lealtad, por el ¡sálvese el que pueda!, el Gobierno anuncia dentro de sus demenciales propuestas la subida del IVA y todo el mundo piensa, porque ya se ha acostumbrado, que el IVA es un impuesto justo, que Europa adoptó hace ya años y que constituye una de las más saneadas fuentes de ingresos fiscales, sin detenerse a reflexionar, sobre su origen, ni se pregunta si es justo o injusto y cuánto influye o no sobre la economía de un país.

Pero el IVA, desde su concepción por Valery Giscard d´Estaing como TVA en Francia, el padre a su vez de la abortada Constitución Europea, ha sido una traición mayor a los empresarios y los consumidores, por el engaño que lleva en sí misma, que la de Bellido Dolfos:

Rey don Sancho, rey don Sancho!, no digas que no te aviso,
que de dentro de Zamora un alevoso ha salido;
llámase Vellido Dolfos, hijo de Dolfos Vellido,
cuatro traiciones ha hecho, y con esta serán cinco.
Si gran traidor fue el padre, mayor traidor es el hijo.
Gritos dan en el real: -¡A don Sancho han mal herido!
Muerto le ha Vellido Dolfos, ¡gran traición ha cometido!
Desque le tuviera muerto, metiose por un postigo,
por las calles de Zamora va dando voces y gritos:
-Tiempo era, doña Urraca, de cumplir lo prometido.

Según la tradición, Don Sancho, que no aceptó el reparto testamentario de las posesiones que había hecho su padre, el rey Don Fernando, tenía sitiada la ciudad de Zamora, que le había correspondido en herencia a su hermana, la infanta Doña Urraca. Vellido Dolfos salió de Zamora hacia el campamento castellano y concertó una entrevista a solas con Sancho, con la excusa de que iba a desertar del bando de Doña Urraca y le mostraría una puerta de acceso a la ciudad. En un descuido y de forma alevosa, Dolfos atravesó «las espaldas» de Sancho con el venablo dorado del propio monarca.


Algunas crónicas, aseguran que Diego Ordóñez, que retó y venció a los caballeros zamoranos para vengar la muerte de su primo el rey don Sancho, exigió la entrega del traidor, que fue «descuartizado vivo por cuatro caballos-

Como no podemos descuartizar vivo a Giscard d´Estaing, porqué está ya muy deteriorado, hablemos de la invención de su famoso impuesto, que teóricamente es inocuo para las empresas, pero que obliga a estas a aumentar el precio de sus facturaciones hasta ahora con el 16 %, a pagarlo, la mayor parte de las veces antes de cobrarlo, y que termina subiendo los precios al consumo, después de las diversas operaciones de transformación en un X%, según sea la regulación. Esto obliga a la empresa a gestionarlo, contable y financieramente, lo que significa que el Estado sin poner un ”duro” se hace socio de tu empresa al 16% hasta hoy y ahora quiere hacerlo al 18 %.

Efectivamente: Después de la supresión de los 400 euros en el IRPF, la subida de mayor calado aprobada ayer por el Gobierno es la subida del IVA. Este impuesto grava el valor añadido en toda la cadena de producción de bienes y servicios y, finalmente, lo paga el consumidor. En España existen tres tipos diferentes, el que grava los bienes y servicios de primera necesidad o superreducido, el reducido y el general.

El Gobierno ha decidido no aplicar la subida al tipo superreducido y sí a los otros dos. Así, el primero se mantiene en el 4%, mientras que el reducido pasa del 7% al 8% y el general, del 16% al 18%. Con ello se quiere recaudar 5.150 millones de euros más entre 2010 y 2011. La mayoría, a obtener dentro de dos años, ya que la medida entrará en vigor el 1 de julio de 2010 y, en la práctica, solo tendrá efectos en la declaración que presenten las empresas en el último trimestre del año que viene.

Naturalmente, la gente reacciona ante una subida de Impuestos: Según Alejandro Macarrón, que comienza con una frase de Calvin Coolidge (Presidente de USA): “Recaudar más impuestos de lo estrictamente necesario equivale a un robo legal”. La Presión fiscal fue del 30,4% en 2009 del PIB, por la caída de la recaudación, pero tomando como referencia el gasto público que se paga con impuestos al contado, en realidad fue del 42% o más .Y como el 20º del PIB es economía sumergida, es decir libre, la realidad es que pagamos más del 50% de la riqueza que generamos. Un alto nivel de fraude fiscal, cuantiosas deducciones selectivas y subvenciones y paraísos fiscales internos (País Vasco, Navarra, Canarias) y el amenazador "nou estatut de Catalunya" rompen la equidad fiscal en España.

¿Cuál será esta reacción? A la traición del Gobierno que ha sido incapaz de evitar que cerca de 250.000 empresas desaparecieran, creando cerca de 6 millones reales de parados, le responderá el descenso del consumo, al menos del legal, aumento del mercado negro, decidido, todavía más a no pagar el IVA de todos los servicios que compre con el correspondiente aumento de la presión fiscal que puede llegar al 60% del PIB, además de la amenaza ya anunciada de incrementar la inspección fiscal ¡Huy que miedo! no se crearán empresas nuevas, incapaces de arrastrar tras de sí ese socio que no pone capital, pero sí tiene el 18% de la facturación, es decir más paro y menos PIB.

Claro que, como con el Plan E, el Gobierno dice que creará 350.000 empleos en el sector de la construcción con un ambicioso plan de rehabilitación de viviendas(aunque no ha definido en que consistirá, pues hasta ahora había que realizar obras que superasen el 25% del valor de la vivienda) . Más muralla china. Esas viviendas como las aceras son inexportables y tanto daría que la gente se dedicara al bricolaje, a la filatelia o a cualquier otra actividad inútil para el objetivo de pagar la deuda exterior, disminuir el déficit fiscal.


Ya se lo ha dicho la Unión Europea, las recetas son: bajar el Gasto público, disminuir los impuestos, como ha hecho Madrid, que por primera vez ha superado en riqueza a Cataluña, aún dentro la crisis. Medidas tan impopulares como las que ha tenido que tomar Grecia que le ha llenado sus calles de alborotos, pero que conseguirán sacarla del problema, a este paso, antes que a nosotros. The Economist dice que Zapatero ”no parece estar a la altura” y Blanco dice “sandeces”.

¡Zapatero! ¡España!, enteraos: SOMOS UN 30% MAS POBRES QUE HACE 10 Años. Nuestras casas, pagadas a precio de oro con el IVA correspondiente valen un 30 % menos, pero también el resto de productos y servicios, financieros o no, pues la inflación que suponía gastar más de lo que se trabajaba y se producía, no cubriendo nuestras importaciones con la exportación sino con deuda, en los últimos diez años, a algún lugar tenía que ir a parar y ese lugar es la pobreza sobrevenida, y soy conservador al hablar de un 30 %. Que si lo trasladan a sus balances, Cajas, Bancos y Empresas, están todas en la quiebra.

!Bellido Dolfos, hijo de Dolfos Bellido! Has salido de Zamora, que no queda muy lejos de León, para clavarnos el puñal del 18%, !eres un gran traidor! ¿A dónde nos has conducido? Y ¿a dónde nos llevarás?. A la ruina y al hastío.


Bernardo Rabassa, presidente del Club Liberal

5 de marzo de 2010

Juan de Mariana, liberalismo económico (II)

por Ibiza Melián



“El Tratado sobre la moneda de vellón” es una denuncia a los ministros que modificaron el peso de dicha pieza. La obra refleja como el padre Juan de Mariana fue capaz de darse cuenta de los efectos adversos que produce la inflación sobre la economía, provocada por la perjudicial intervención estatal sobre las fuerzas espontáneas del mercado. Sin emplear estos términos, pues aún no se habían creado las citadas denominaciones para los referidos hechos.

Critica las políticas de los monarcas basadas en la devaluación de la moneda como forma de obtener ingresos. Lo cual puede considerarse como los prolegómenos de la teoría de los ciclos económicos auspiciada por Friedich Hayek, por la que recibió el Premio Nobel en 1974. La bajada en el valor del contenido del metal en las mismas será proporcional al aumento de la producción, que conducirá indefectiblemente al alza de los precios. Terminando por pagar más el ciudadano por el mismo producto. En definitiva significa la irrupción de un nuevo impuesto que deberá sufragar el contribuyente.


El texto es un alegato a la austeridad en el gasto público y a la ejecución de un presupuesto equilibrado. Ya que insta a los dirigentes a reducir en guerras innecesarias, así como en dispendios banales propios y de adláteres varios. Como vemos defiende la propiedad privada, la mínima intervención gubernamental y planteamientos eminentemente democráticos.


Quizás por ello sufrió las iras de Felipe III y de su valido, el duque de Lerma. Quien interpretó lo escrito como una acusación directa hacia su persona. Motivo por el que el Padre Mariana fue retenido durante doce meses en el convento de San Francisco de Madrid, retornando posteriormente a Toledo.


Queda constatado, a tenor de lo expuesto, que sus postulados contribuyeron en gran medida a la concepción de la doctrina liberal actual, y muy especialmente a los preceptos esgrimidos por “La Escuela Austriaca”. Es más, si hoy viviera tan ilustre personaje, de seguro que abogaría igualmente por un sistema de banca libre sustentado en depósitos a la vista, contrario a la expansión crediticia y fiduciaria.


Bajo los principios esbozados por este carismático jesuita nace en España, en el 2005, el Instituto que lleva su nombre. Que surgió como la culminación de años de trabajo entre investigadores, periodistas, docentes y ejecutivos del ámbito empresarial. Organización privada y completamente independiente que aspira a “convertirse en un punto de referencia en el debate de las ideas y de las políticas públicas con la vista puesta en una sociedad libre”. Centrándose su labor investigadora mayormente en la elaboración de informes económicos sobre temas de especial interés teórico y práctico.


Publicado por Ibiza Melián en Destacados liberales


Juan de Mariana, liberalismo económico (I)





Aunque a Adam Smith se le considera el precursor del liberalismo económico y el padre de la Economía Política. Lo cierto es que muchos analistas han apuntado que la semilla de esta doctrina es abonada por los escolásticos españoles. En gran parte dominicos y jesuitas que desarrollaron mayormente una actividad docente en cuanto a moral y teología, tanto en la Universidad de Salamanca como en la cercana portuguesa de Coimbra. Fundamentos teóricos que asumirá y desarrollará posteriormente la Escuela Austriaca.

Fue Friedich Hayek quien afirmó que en el trabajo de este grupo de eruditos ya se hablaba de la incidencia de las fuerzas espontáneas del mercado sobre la economía. Y de ellos cabe destacar al padre Juan de Mariana, concretamente en la etapa final de su vida, donde se percibe un pensamiento maduro y eminentemente liberal.


Quizás esta precocidad estribe en que su devenir existencial transitó entre los siglos XVI y XVII. Puesto que nació en 1536 en Talavera de la Reina y murió en Toledo en 1624. Pasando de los ideales medievales del primer periodo, a la insinuación de los tiempos modernos en el siguiente. Donde a partir de ese instante se aspirará al esclarecimiento de los problemas mediante la razón.


De su persona sobresalen sus arraigados principios, valores y convicciones que no pudieron doblegar algunos a pesar de su empecinamiento. Y de su obra cabe mencionar:


“La Historia General de España”, publicada en 1592. En ella narra la grandeza de los hechos acontecidos en nuestro país desde la antigüedad hasta la muerte de Fernando el Católico. Es el primer intento moderno en este campo en lo que concierne a nuestra nación. Compuesta por treinta ejemplares, que son sin duda los más leídos del autor, a lo que contribuye su impecable estilo literario y la vigorosidad de sus descripciones.


• En 1598 irrumpe “De Rege et regis institutione” (Del Rey y la Institución real). Su quema fue ordenada por el Parlamento francés en 1610. Órgano que sentenció que sus páginas incitaban al tiranicidio. Con ella el escritor justificaba las represalias tomadas por el pueblo contra los monarcas tiranos. Siempre y cuando sus órdenes se basaran en imponer impuestos sin el consentimiento de sus súbditos, en expropiar la propiedad privada de los mismos o impidiese la reunión a un Parlamento democráticamente elegido. Todo un alegato en favor del bien, la verdad y la justicia.


Aunque será el “Tratado sobre la moneda de vellón”, que forma parte de los siete tomos que vieron la luz en 1609 en la ciudad germana de Colonia, bajo el nombre de “Tractatus Septem”, el que prodigiosamente más similitud tendrá con el concepto contemporáneo de economía liberal. En cuyos planteamientos profundizará mucho más tarde la Escuela Austriaca.


Publicado por Ibiza Melián en Destacados liberales


Ibiza Melián: Prácticas de un buen gobierno liberal

Por Ibiza Melián



Antes de proseguir adentrándonos en casos concretos, permítanme que profundice en cuestiones de ámbito general que ha de acometer cualquier gobierno liberal, en pro de aumentar el bienestar social.

En suma, el Estado óptimo sería aquel que reúna las siguientes características: eficiencia, funcionalidad, transparencia,.. Aquel que sea capaz de devolverle al ciudadano, mediante la prestación de servicios, los impuestos que paga. Persiguiendo el máximo desarrollo económico y personal de sus residentes.


Sus dimensiones deberían circunscribirse a lo imprescindible, correspondiéndole ocupaciones tales como: garantizar la paz social, la protección de la propiedad privada y que las normas básicas se cumplan, posibilitando que confluyan libremente las fuerzas espontáneas del mercado.


Sin olvidarse de auxiliar a los que no alcancen los mínimos necesarios para subsistir. Sin embargo, no se puede apelar al tan denostado término del “gasto social”, como instrumento canalizado para obtener supuestos apoyos electorales a cambio de ayudas. Partidas presupuestarias que presuntamente son consumidas hasta en un 75% por la propia burocracia. De lo que se deduciría un mayor alcance y efectividad si tales concesiones fuesen entregadas directamente sin requerir de tanto intermediario.


A tenor de diversos informes, se establece que el gasto público se ha de situar en torno al 10 ó 15% de su producto nacional. Sobrepasar el 40% significaría entrar en una etapa de menor crecimiento. Por una simple lógica, ya que el dinero con el que se sufraga se retira del mercado, con lo cual se resta de la productividad. Recordemos que en España se supera ya el 50%.


Caminar hacia presupuestos austeros y equilibrados. Lo contrario es el déficit, que se ha de cubrir o bien a través de una mayor carga impositiva o tirando de la inflación. En ambos casos los efectivos salen del bolsillo del sufrido contribuyente. Ya sea pagando más impuestos, o mediante el encarecimiento de los productos, disponiendo por ende de un menor poder adquisitivo con los mismos ingresos.


En definitiva se trata de: incentivar el emprendimiento; bajar las cargas fiscales, al objeto de poner tales importes en circulación; reducir las trabas innecesarias para conferir una mayor seguridad y agilidad a las transacciones; y sobre todo adelgazar el aparato gubernamental; sin olvidarnos de potenciar la I+D+i (Investigación, Desarrollo e innovación). Logrando así una mayor riqueza y generación de empleo.

Publicado por Ibiza Melián a las 11:00 am en Ejemplos de políticas liberales exitosas

4 de marzo de 2010

Cuba y la libertad

Para los que amamos la libertad el tema cubano es especialmente doloroso. Hay gente en pleno siglo XXI y en un país como España que siguen mostrando admiración por "Su Comandante" y todo lo que aquel Régimen liberticida y despótico significa. Sí cualquiera de nosotros por las calles de nuestras ciudades viéramos a alguien con una camiseta con la cara de Hitler saldríamos corriendo y con toda razón. En cambio mucha gente considera normal ver gentes que llevan camisetas con el rostro de un asesino sangriento como fue el Che Guevara.

En Cuba hay presos políticos, en Cuba muere gente por defender la libertad, el último caso es el de Orlando Zapata. En Cuba no puedes salir a la plaza pública y expresar libremente tus opiniones si no son afines al Régimen. La izquierda española sigue admirando aquel Régimen. La nueva demostración de lo que digo es la falta de valentía del Presidente del Gobierno y lo que le ha costado hablar de la muerte de Orlando Zapata sin hacer una clara condena del Régimen Cubano.

También tenemos unas declaraciones tan bochornosas como las del actor Willy Toledo, que ha dicho que: " Orlando Zapata no era más que un delincuente común y los disidentes cubanos terroristas". Esta es una diferencia clave entre los que amamos la libertad y los que la aborrecen. Gentes como Willy Toledo o como el mismísimo Presidente del Gobierno español diferencian entre dictaduras.

Si las disctaduras son de izquierdas como la cubana, entonces son dictaduras buenas. A los amantes de la libertad nos repugnan por igual todas las dictaduras, sean de las ideas que sean, porque todas acaban con lo que más nos importa que es la libertad. Cuando Cuba llegue a la libertad - que ojalá sea pronto- todos los que hoy están del lado del Régimen dictatorial cubano saldrán en gran número diciendo que siempre defendieron la libertad. En ese momento algunos tendremos la memoria firme para recordarles que no defendieron la libertad, defendieron y defienden todo lo contrario.

Álvaro Lodares
C's Madrid


2 de marzo de 2010

Liberalismo y neoliberalismo en una lección

Por Carlos Alberto Montaner

Cortesía de La Ilustración Liberal.

Conferencia pronunciada en Miami el 14 de septiembre de 2000 en un seminario del Instituto Jacques Maritain

Lo más sorprendente del debate político y económico sostenido en Occidente es la antigüedad y la vigencia de los planteamientos básicos. El reñidero, en realidad, ha cambiado muy poco. Cuatro siglos antes del nacimiento de Jesús, en La República y en Las leyes, Platón delineó los rasgos de las sociedades totalitarias, controladas por oligarquías, en las que la economía era dirigida por la cúpula, la autoridad descendía sobre unas masas a las que no se les pedía su consentimiento para ser gobernadas, y el objetivo de los esfuerzos colectivos era el fortalecimiento del Estado, entonces conocido como polis. No en balde Platón es el filósofo favorito de los pensadores partidarios del autoritarismo.

Frente a estos planteamientos, Aristóteles, su mejor discípulo y la persona que más ha influido en la historia intelectual de la humanidad, en su obra La Política y en pasajes de la Ética propuso lo contrario: un modelo de organización en el que la autoridad ascendía del pueblo a los gobernantes. La soberanía radicaba en las gentes. Los gobernantes se debían a ellas. Ahí estaba el embrión del pensamiento democrático. Pero había más: Aristóteles creía en la propiedad privada y en el derecho de las personas a disfrutar del producto de su trabajo. Y lo creía por razones bastante modernas: porque los bienes públicos generalmente resultaban maltratados. Los ciudadanos parecían ser mucho más cuidadosos con lo que les pertenecía. Se le antojaba, además, que las virtudes de la compasión y la caridad sólo podían ser ejercidas por quienes atesoraban ciertas riquezas, de manera que la propiedad privada facilitaba esos comportamientos generosos y sacaban lo mejor del alma humana.

Este preámbulo es para consignar que el liberalismo encuentra sus raíces más antiguas en estos aspectos del pensamiento de Aristóteles; en los estoicos que cien años más tarde defendieron la idea de que a las personas las protegían unos derechos naturales anteriores a la polis, es decir, al Estado; en los franciscanos que en Oxford, en el siglo XIII, para escándalo de la época, proclamaron que en las cosas de la ciencia se llegaba a la verdad mediante la razón, y no por los dogmas dictados por las autoridades religiosas; en Santo Tomás de Aquino, que sistematizó la intuición de los franciscanos y comenzó el complejo deslinde de lo que pertenecía a César y lo que pertenecía a Dios, esto es, inició el largo proceso de secularización de la sociedad, y, de paso, alabó el mercado y a los denostados comerciantes.

Pero no es ése el único santo que los liberales aclaman como uno de sus remotos patrones: fue San Bernardino de Siena, acusado por la Inquisición de propagar peligrosas novedades, quien explicó el concepto de lucro cesante y defendió el derecho de los prestamistas a cobrar intereses, rompiendo con ello siglos de incomprensión sobre la verdadera naturaleza de la usura. Los liberales también reclaman como suyos - lo hiceron enfáticamente los economistas de la escuela austriaca en el siglo XIX - los planteamientos a favor del mercado y el libre precio de la espléndida Escuela de Salamanca del siglo XVI, con figuras de la talla de Vitoria, Soto y el padre Mariana, fustigador este último no sólo de tiranos, sino también del excesivo gasto público que generaba inflación y empobrecía a las masas.

Finalmente, los liberales de hoy encuentran una filiación directa en el inglés John Locke, quien retoma el iusnaturalismo y formula persuasivamente su propuesta constitucionalista: el papel de las leyes no es imponer la voluntad de la mayoría sino proteger al individuo de los atropellos del Estado o de otros grupos; en Montesquieu, que analiza la importancia de la separación de poderes para impedir la tiranía; en los enciclopedistas que trataron de explicar el conocimiento a la luz de la razón; y en Adam Smith que analizó brillantemente el papel del mercado, la libertad económica y la especialización en la formación de capital y en el creciente desarrollo económico.


El liberalismo en nuestros días

Bien: concluimos este rápido recorrido por lo que pudiéramos llamar la protohistoria liberal. Grosso modo esas son las señas de identidad del liberalismo. Conviene, pues, acercarnos a nuestro aquí y ahora. Hagámoslo primero, muy someramente, en el terreno de la filiación política internacional.

En 1947, finalizada la Segunda Guerra mundial, en Oxford, Inglaterra, convocados por D. Salvador de Madariaga, una serie de prominentes políticos e intelectuales europeos suscribió un documento y creó la Internacional Liberal con el objeto de defender la libertad y el Estado de Derecho. Durante medio siglo el Manifiesto de Oxford fue el texto vinculante de los partidos que integraban la organización. Suscribir lo que ahí se decía era el santo y seña para formar parte del grupo. La premisa consistía en que el olvido de los valores liberales, esencialmente vigentes entre 1871 y 1914, había provocado las dos guerras mundiales del siglo XX. Por otra parte, los avances de los comunistas en Europa anunciaban el inicio de otro conflicto entre la libertad y el totalitarismo, de manera que resultaba vital vertebrar una línea defensiva que protegiera a la civilización occidental de los viejos fantasmas y de los nuevos peligros. En 1997, también en Oxford, a los cincuenta años del texto fundacional, desaparecida la URSS y desacreditado el marxismo leninismo tras la experiencia del socialismo real, los partidos de la I.L. aprobaron otro manifiesto más extenso y acorde con los tiempos para definir lo que tenían en común las organizaciones adscritas a esta federación de partidos.

El esfuerzo original tuvo continuidad. Hoy la IL, que mantiene su sede en Londres, Inglaterra, está compuesta por unos setenta partidos políticos de todo el mundo, siendo los mayores los de Canadá y Brasil, mientras gobiernan o cogobiernan en una docena de países de Europa, América, Asia y África, con una notable presencia entre los países que abandonaron el comunismo tras la caída del Muro de Berlín. Dentro de la IL hay tres partidos cubanos: la Unión Liberal Cubana (1992), el Partido Liberal Democrático de Cuba y Solidaridad Democrática (1999). Antes de afiliar a los dos últimos, en 1998 viajó a Cuba el Secretario General de la IL, el holandés Julius Maaten, hoy eurodiputado, y comprobó in situ la vitalidad de las dos organizaciones. Posteriormente, Jean Chrétien, el Primer Ministro de Canadá le cursó una invitación personal a Osvaldo Alfonso Valdés para que acudiera a Otawa en octubre del 2000.


Contorno del liberalismo

Veamos el perfil teórico de esta corriente ideológica. La primera observación que hay que hacer en torno al liberalismo tiene que ver con su imprecisión, su indefinición y lo elusivo de su naturaleza histórica. En realidad, nadie debe alarmarse porque el liberalismo tenga ese contorno tan esquivo. Probablemente ahí radica una de las mayores virtudes de esta corriente ideológica. El liberalismo no es una doctrina con un recetario unívoco, ni pretende haber descubierto leyes universales capaces de desentrañar o de ordenar con propiedad el comportamiento de los seres humanos. Es un cúmulo de ideas y no una ideología cerrada y excluyente.

El liberalismo, ya puestos a la tarea de su asedio, es un conjunto de creencias básicas, de valores y de actitudes organizadas en torno a la convicción de que a mayores cuotas de libertad individual se corresponden mayores índices de prosperidad y felicidad colectivas. De ahí la mayor virtud del liberalismo: ninguna novedad científica lo puede contradecir porque no establece verdades inmutables. Ningún fenómeno lo puede desterrar del campo de las ideas políticas, porque siempre será válida una gran porción de lo que el liberalismo ha defendido a lo largo de la historia.

El liberalismo es un modo de entender la naturaleza humana y una propuesta para conseguir que las personas alcancen el más alto nivel de prosperidad potencial que posean (de acuerdo con los valores, actitudes y conocimientos que tengan), junto al mayor grado de libertad posible, en el seno de una sociedad que ha reducido al mínimo los inevitables conflictos. Al mismo tiempo, el liberalismo descansa en dos actitudes vitales que conforman su talante: la tolerancia y la confianza en la fuerza de la razón.


Ideas básicas

El liberalismo se basa en varias premisas básicas, simples y claras: los liberales creen que el Estado ha sido concebido para el individuo y no a la inversa. Valoran el ejercicio de la libertad individual como algo intrínsecamente bueno y como una condición insustituible para lograr los mayores niveles de progreso. No aceptan, pues, que para alcanzar el desarrollo haya que sacrificar las libertades. Entre esas libertades - todas las consagradas en la Declaración Universal de Derechos del Hombre - la libertad de poseer bienes (el derecho a la propiedad privada) les parece fundamental, puesto que sin ella el individuo está perpetuamente a merced del Estado. Sostienen, incluso, que una de las razones por las que ninguna sociedad totalitaria ha sucumbido como consecuencia de una rebelión popular es por la falta de un espacio económico privado.

Por supuesto, los liberales también creen en la responsabilidad individual. No puede haber libertad sin responsabilidad. Los individuos son (o deben ser) responsables de sus actos, y deben tener en cuenta las consecuencias de sus decisiones y los derechos de los demás. Precisamente, para regular los derechos y deberes del individuo con relación a los demás, los liberales creen en el Estado de Derecho. Es decir, creen en una sociedad regulada por leyes neutrales que no le den ventaja a persona, partido o grupo alguno y que eviten enérgicamente los privilegios. Los liberales también defienden que la sociedad debe controlar estrechamente las actividades de los gobiernos y el funcionamiento de las instituciones del Estado.

Los liberales tienen ciertas ideas verificadas por la experiencia sobre cómo y por qué algunos pueblos alcanzan el mayor grado de eficiencia y desarrollo, o la mejor armonía social, pero la esencia de este modo de entender la política y la economía radica en no señalar de antemano hacia dónde queremos que marche la sociedad, sino en construir las instituciones adecuadas y liberar las fuerzas creativas de los grupos e individuos para que estos decidan espontáneamente el curso de la historia. Los liberales no tienen un plan para diseñar el destino de la sociedad. Incluso, les parece muy peligroso que otros tengan esos planes y se arroguen el derecho de decidir el camino que todos debemos seguir, como es propio de las ideologías.

En el terreno económico la idea de mayor calado es la que defiende el libre mercado en lugar de la planificación estatal. A fines del siglo XVIII, cuando argumentaba contra el mercantilismo, Adam Smith lo aclaró incontestablemente en La riqueza de las naciones. En 1924, poco después de la revolución bolchevique, entonces frente al marxismo, el pensador liberal austríaco Ludwig von Mises, en un libro denominado Socialismo, demostró cómo en las sociedades complejas no era posible planificar el desarrollo mediante el cálculo económico, señalando con toda precisión (en contra de las corrientes socialistas y populistas de la época) cómo cualquier intento de fijar artificialmente la cantidad de bienes y servicios que debían producirse, así como los precios que deberían tener, conduciría al desabastecimiento y a la pobreza. Von Mises demostró que el mercado (la libre concurrencia en las actividades económicas de millones de personas que toman constantemente millones de decisiones orientadas a satisfacer sus necesidades de la mejor manera posible), generaba un orden natural espontáneo infinitamente más armonioso y creador de riqueza que el orden artificial de quienes pretendían planificar y dirigir la actividad económica. Obviamente, de esas reflexiones y de la experiencia práctica se deriva que los liberales, en líneas generales, no crean en controles de precios y salarios, ni en los subsidios que privilegian una actividad económica en detrimento de las demás. Por el contrario: cuando las personas, actúan dentro de las reglas del juego, buscando su propio bienestar, suelen beneficiar al conjunto.

Otro gran economista, Joseph Schumpeter, austriaco de nacimiento y defensor del mercado, pero pesimista en cuanto al destino final de las sociedades liberales como consecuencia del reto de los comunistas - predicción que su muerte en 1950 no le permitió corregir -, demostró cómo no había estímulo más enérgico para la economía que la actividad incesante de los empresarios y capitanes de industria que seguían el impulso de sus propias urgencias sicológicas y emocionales. Los beneficios colectivos que se derivaban de la ambición personal eran muy superiores al hecho también indudable de que se producían diferencias en el grado de acumulación de riquezas entre los distintos miembros de una comunidad. Pero quizás quien mejor resumió esta situación fue uno de los líderes chinos de la era posmaoísta, cuando reconoció, melancólicamente, que "por evitar que unos cuantos chinos anduvieran en Rolls Royce, condenamos a cientos de millones a desplazarse para siempre en bicicleta".

En esencia, el rol fundamental del Estado debe ser mantener el orden y garantizar que las leyes se cumplan, mientras se ayuda a los más necesitados para que estén en condiciones reales de competir. De ahí que la educación y la salud colectivas, especialmente para los miembros más jóvenes de la comunidad -una forma de incrementar el capital humano-, deben ser preocupaciones básicas del Estado liberal. En otras palabras: la igualdad que buscan los liberales no es la de que todos obtengan los mismos resultados, sino la de que todos tengan las mismas posibilidades de luchar por obtener los mejores resultados. Y en ese sentido una buena educación y una buena salud deben ser los puntos de partida para poder acceder a una vida mejor.

De la misma manera que los liberales tienen ciertas ideas sobre la economía, asimismo postulan una forma de entender el Estado. Por supuesto, los liberales son inequívocamente demócratas y creen en el gobierno de las mayorías pero sólo dentro de un marco jurídico que respete los derechos inalienables de las minorías. Esto quiere decir que hay derechos naturales que no pueden ser enajenados por decisiones de las mayorías. Las mayorías, por ejemplo, no pueden decidir esclavizar a los negros, expulsar a los gitanos de una demarcación o concederles un poder omnímodo a los trabajadores manuales, los campesinos o los propietarios de tierra. La democracia, para que realmente lo sea, tiene que ser multipartidista y es preferible que esté organizada de acuerdo con el principio de la división de poderes, de manera que el balance de la autoridad impida que una institución del Estado acapare demasiada fuerza.

Aunque no es una condición indispensable, y reconociendo que la tradición latinoamericana, eminentemente presidencialista, es contraria a este análisis, los liberales prefieren el sistema parlamentario de gobierno, por cuanto suele reflejar mejor la variedad de la sociedad y es más flexible para generar cambios cuando se modifican los criterios de la opinión pública. Al mismo tiempo, los liberales son partidarios de la descentralización y de estimular la autoridad de los gobiernos locales. La hipótesis -generalmente confirmada por la práctica- es que resulta más fácil abordar y solucionar los problemas eficientemente cuando quienes los padecen supervisan, controlan y auditan a quienes están llamados a solucionarlos.

Por otra parte, el liberalismo contemporáneo cuenta con agudas reflexiones sobre cómo deben ser las constituciones. El Premio Nobel de Economía Frederick von Hayek, abogado además de economista, es autor de muy esclarecedores trabajos sobre este tema. Más recientemente, los también Premios Nobel de Economía Ronald Coase, Douglas North y Gary Becker han añadido valiosos estudios que explican la relación entre la ley, la propiedad intelectual, la existencia de instituciones sólidas y el desarrollo económico.

Los liberales creen que el gobierno debe ser reducido, porque la experiencia les ha enseñado que las burocracias estatales tienden a crecer parasitariamente, fomentan el clientelismo político, suelen abusar de los poderes que les confieren, y malgastan los recursos de la sociedad. La historia demuestra que a mayor Estado, mayor corrupción y dispendio. Pero el hecho de que un gobierno sea reducido no quiere decir que debe ser débil. Debe ser fuerte para hacer cumplir la ley, para mantener la paz y la concordia entre los ciudadanos, para proteger la nación de amenazas exteriores y para garantizar que todos los ciudadanos aptos dispongan de un mínimo de recursos que les permitan competir en la sociedad.

Los liberales piensan que, en la práctica, los gobiernos real y desgraciadamente no suelen representar los intereses de toda la sociedad, sino suelen privilegiar a los electores que los llevan al poder o a determinados grupos de presión. Los liberales, en cierta forma, sospechan de las intenciones de la clase política, y no se hacen demasiadas ilusiones con relación a la eficiencia de los gobiernos. De ahí que el liberalismo debe erigirse siempre en un permanente cuestionador de las tareas de los servidores públicos, y de ahí que no pueda evitar ver con cierto escepticismo esa función de redistribuidores de la renta, equiparadores de injusticias o motores de la economía que algunos les asignan.

Otro gran pensador liberal, el Premio Nobel de Economía James Buchanan, creador de la escuela de Public Choice, originada en su cátedra de la Universidad de Virginia, ha desarrollado una larga reflexión sobre este tema. En resumen, toda decisión del gobierno conlleva un costo perfectamente cuantificable, y los ciudadanos tienen el deber y el derecho de exigir que, en la medida de lo posible, el gasto público responda a los intereses de la sociedad y no a los de los partidos políticos.

Como regla general, los liberales prefieren que la oferta de bienes y servicios descanse en los esfuerzos de la sociedad civil y se canalice por vías privadas y no por medio de gobiernos derrochadores e incompetentes que no sufren las consecuencias de la frecuente irresponsabilidad de los burócratas o de los políticos electos menos cuidadosos. En última instancia, no hay ninguna razón especial que justifique que los gobiernos necesariamente se dediquen a tareas como las de transportar personas por las carreteras, limpiar las calles o vacunar contra el tifus. Todo eso hay que hacerlo bien y al menor costo posible, pero seguramente ese tipo de trabajo se desarrolla con mucha más eficiencia dentro del sector privado. Cuando los liberales defienden la primacía de la propiedad privada no lo hacen por codicia, sino por la convicción de que es infinitamente mejor para los individuos y para el conjunto de la sociedad.


Diferencias dentro de una misma familia democrática

El idioma inglés ha tomado la palabra liberal del castellano y le ha dado un significado distinto. En líneas generales puede decirse que en materia económica el liberalismo europeo o latinoamericano es bastante diferente del liberalismo norteamericano. Es decir, el liberal americano le suele quitar responsabilidades a los individuos y asignarlas al Estado. De ahí el concepto del estado benefactor o welfare que redistribuye por vía de las presiones fiscales las riquezas que genera la sociedad. Para los liberales latinoamericanos y europeos, como se ha dicho antes, ésa no es una función primordial del Estado, puesto que lo que suele conseguirse por esta vía no es un mayor grado de justicia social, sino unos niveles generalmente insoportables de corrupción, ineficiencia y derroche, lo que acaba por empobrecer al conjunto de la población.

Sin embargo, los liberales europeos y latinoamericanos sí coinciden en un grado bastante alto con los liberales norteamericanos en materia jurídica y en ciertos temas sociales. Para el liberal norteamericano, así como para los liberales de Europa y de América Latina, el respeto de las garantías individuales y la defensa del constitucionalismo son conquistas irrenunciables de la humanidad. Una organización como la American Civil Liberties Union, expresión clásica del liberalismo americano, también podría serlo de los liberales europeos o latinoamericanos.

¿En qué se diferencian las distintas corrientes democráticas contemporáneas? La socialdemocracia pone su acento en la búsqueda de una sociedad igualitaria, suele identificar los intereses del Estado con los de los sectores proletarios o asalariados, y usualmente propone medidas fiscales encaminadas a una hipotética "redistribución" de las riquezas. El liberalismo, en cambio, no es clasista, y coloca la búsqueda de la libertad individual en la cima de sus objetivos y valores, mientras rechaza las supuestas ventajas del estado-empresario, y sostiene que la presión fiscal destinada a la "redistribución de la riqueza" generalmente empobrece al conjunto de la sociedad, en la medida que entorpece la formación de capital.

Aunque en el análisis económico suele haber cierta coincidencia entre liberales y conservadores, ambas corrientes se separan en lo tocante a las libertades individuales. Para los conservadores lo más importante suele ser el orden. Los liberales están dispuestos a convivir con aquello que no les gusta, siempre capaces de tolerar respetuosamente los comportamientos sociales que se alejan de los criterios de las mayorías. Para los liberales la tolerancia es la clave de la convivencia, y la persuasión el elemento básico para el establecimiento de las jerarquías. Esa visión no siempre prevalece entre los conservadores. Un ejemplo claro de estas diferencias se daría en el espinoso asunto del consumo de drogas: mientras los conservadores intentarían combatirlo por la vía de la represión y la prohibición, los liberales por lo menos una buena parte de ellos opinan que la utilización de sustancias tóxicas por adultos alcohol, cocaína, tabaco, marihuana, etc. pertenece al ámbito de las decisiones personales, y a quienes las consumen no se les debe tratar como delincuentes, sino como adictos que deben ser atendidos por personal médico especializado en desintoxicación, siempre que libremente decidan tratar de abandonar sus hábitos.

Por otra parte, resulta frecuente la colusión entre empresarios mercantilistas conservadores y el poder político, fenómeno totalmente contrario a las creencias liberales. No es verdad, pues, que el liberalismo sea la corriente política que defiende los intereses de los empresarios: la mera convicción de que el Estado no debe proteger de la competencia a ningún grupo empresarial desmentiría este aserto: suelen ser los conservadores quienes cabildean para obtener protecciones arancelarias o ventajas que siempre son en perjuicio de otros sectores.

Aún cuando la democracia cristiana moderna no es confesional, entre sus premisas básicas está la de una cierta concepción trascendente de los seres humanos. Los liberales, en cambio, son totalmente laicos, y no entran a juzgar las creencias religiosas de las personas. Se puede ser liberal y creyente, liberal y agnóstico, o liberal y ateo. La religión, sencillamente, no pertenece al mundo de las disquisiciones liberales (por lo menos en nuestros días), aunque sí es esencial para el liberal respetar profundamente este aspecto de la naturaleza humana.

Por otra parte, los liberales no suelen compartir con la democracia cristiana (o por lo menos con alguna de las tendencias de ese signo) cierto dirigismo económico y la voluntad redistributiva generalmente reivindicada por el socialcristianismo. En América Latina esa vertiente populista/estatista de la democracia cristiana encarnó en gobiernos como los de Frei Montalva, Napoleón Duarte y en cierta medida Rafael Caldera, o en los sindicatos agrupados en la CLAT. Los liberales no creen que la propiedad privada sólo se justifica "en función social", como aparece en los papeles de la Doctrina Social de la Iglesia, y como confusamente repiten muchos socialcristianos sin precisar exactamente qué quieren decir con esa peligrosa frase, ambigua fórmula que puede abrir la puerta a cualquier género de atropellos contra los derechos de propiedad.


El neoliberalismo una invención de los neopopulistas

El liberalismo, qué duda cabe, está bajo ataque frecuente de las fuerzas políticas y sociales más dispares basta ver los documentos del socialistoide Foro de Sao Paulo o ciertas declaraciones de las Conferencias Episcopales y de los provinciales de la Compañía de Jesús , pero para los fines de tratar de desacreditarlo lo denominan neoliberalismo. Vale la pena examinar esta deliberada confusión.

En primer término, tal vez sea conveniente no asustarse con la palabra. En el terreno económico el liberalismo, en efecto, ha sido una escuela de pensamiento en constante evolución, de manera que hasta podría hablarse de un permanente "neoliberalismo". Lo que se llama el "liberalismo clásico" de los padres fundadores -Smith, Malthus, Ricardo, Stuart Mill, todos ellos con matices diferenciadores que enriquecían las ideas básicas-, fue seguido por la tradición "neoclásica", segmentada en diferentes "escuelas": la de Lausana (Walras y Pareto); la Inglesa (Jevons y Marshall); y -especialmente- la Austriaca (Menger, Böhm-Bawerk, Von Mises o, posteriormente, Hayek). Asimismo, también sería razonable pensar en el "monetarismo" de Milton Friedman, en la visión sociológica o culturalista de Gary Becker, en el enfoque institucionalista de Douglas North o en el análisis de la fiscalidad de James Buchanan. Si hay, pues, un cuerpo intelectual vivo y pensante, es el de las ideas liberales en el campo económico, como pueden atestiguar una decena de premios Nobel en el último cuarto de siglo, siendo uno de los últimos Amartya Sen, un hindú que desmonta mejor que nadie la falacia de que el desarrollo económico requiere mano fuerte y actitudes autoritarias.

Sin embargo, en el sentido actual de la palabra, el "neoliberalismo", en realidad, no existe. Se trata de una etiqueta negativa muy hábil, aunque falazmente construida. Es, en la acepción que hoy tiene la palabreja en América Latina, un término de batalla creado por los neopopulistas para descalificar sumariamente a sus enemigos políticos. ¿Quiénes son los neopopulistas? Son la izquierda y la derecha estatistas y adversarias del mercado. El neoliberalismo, pues, es una demagógica invención de los enemigos de la libertad económica -y a veces de la política-, representantes del trasnochado pensamiento estatista, con frecuencia llamado "revolucionario", acuñada para poder desacreditar cómodamente a sus adversarios atribuyéndoles comportamientos canallescos, actitudes avariciosas y una total indiferencia ante la pobreza y el dolor ajenos. Tan ofensiva ha llegado a ser la palabra, y tan rentable en el terreno de las querellas políticas, que en la campaña electoral que en 1999 se llevó a cabo en Venezuela, el entonces candidato Chávez, hoy flamante presidente, acusó a sus contrincantes de "neoliberales", y éstos, en lugar de llamarle "fascista" o "gorila" al militar golpista, epítetos que se ganara a pulso con su sangrienta intentona cuartelera de 1992, respondieron diciéndole que el neoliberal era él.


El origen de la palabra

En América Latina la batalla contra ese fantasmal "neoliberalismo" comenzó exactamente a principios de la década de los ochenta, cuando en la región se hundieron definitivamente los gastados paradigmas del viejo pensamiento político-económico forjado a lo largo de casi todo el siglo XX. El vocablo surgió en el momento en que estalló la crisis de la deuda externa, y cuando simultáneamente se padecía en distintos países varios procesos de hiperinflación causantes del notable retroceso del crecimiento económico que afectó a casi todo el Continente.

¿Qué había fallado? Nada más y nada menos que las ideas fundamentales sobre las que había descansado el discurso político latinoamericano desde la revolución mexicana de 1910, pero especialmente tras la Segunda Guerra mundial. Había quedado totalmente desacreditada la creencia transideológica -común a diferentes credos políticos, a veces hasta antagónicos- de que correspondía al Estado dirigir la economía, definir las prioridades del desarrollo y asignar los recursos. De golpe y porrazo se habían debilitado las más variadas (aunque a veces afines) propuestas ideológicas dominantes durante muchas décadas: el nacionalismo proteccionista de Juan Domingo Perón, de Getulio Vargas o de la CEPAL; la economía de la demanda artificialmente estimulada por los presupuestos del Estado en busca del empleo pleno, como recetaban los discípulos de Keynes; el socialismo castrense y dictatorial de Velasco Alvarado y Torrijos; el marxismo totalitario de Cuba y Nicaragua. El populismo, en suma, agonizaba, y la izquierda, súbitamente, se quedaba sin proyecto, totalmente incapaz de responder la pregunta clave que había gravitado sobre América Latina desde la fundación misma de las primeras repúblicas: cómo lograr que las naciones de nuestra cultura alcancen los niveles de prosperidad de los países de origen institucional europeo. O -dicho en otras palabras- cómo conseguir para los latinoamericanos un nivel de desarrollo similar al de Canadá o al de Estados Unidos, nuestros vecinos en el Nuevo Mundo, de manera que la mitad de nuestra gente logre abandonar la terrible miseria en la que vive.

No era posible, incluso, recurrir a la "Teoría de la dependencia" para continuar explicando el subdesarrollo latinoamericano como consecuencia de una especie de malvado designio de un Primer Mundo empeñado en mantener a América Latina en una suerte de pobreza exportadora de materias primas. Las décadas de los setentas y ochentas habían visto el surgimiento de economías poderosas en las zonas tradicionalmente consideradas como "periféricas". En la década de los cincuentas Corea o Taiwan eran considerablemente más pobres que México o Ecuador, relación que se había invertido ostensiblemente es los setenta y era casi sangrante en los ochentas. Pero había más: Estados Unidos y Canadá, corazón de el capitalismo "central", lejos de aherrojar a México para mantenerlo como una colonia económica, lo habían invitado a formar un "Tratado de libre Comercio" encaminado al enriquecimiento conjunto.

Tampoco se podía seguir predicando revoluciones socialistas, pues se conocía triste y perfectamente lo que había sucedido en Cuba y Nicaragua. No era posible prometer más reformas agrarias, nacionalizaciones de los recursos básicos o mágicas distribuciones de la renta. Carecía de sentido insistir plañideramente en la voracidad culpable del imperialismo, en la fatalidad sin solución de la "teoría de la dependencia" o en la supuesta inevitabilidad de la inflación explicada por los estructuralistas. Todo eso y mucho más se había ensayado sin ningún resultado halagador. Al comenzar el siglo los latinoamericanos teníamos, como promedio, el diez por ciento del per cápita de los estadounidenses; y al terminarlo, cien años después, tras decenas de revoluciones, constituciones, golpes de estado y asonadas militares, seguíamos teniendo el mismo diez por ciento, pero ahora el gap ya no sólo era cuantitativo. Entre nuestro mundo y el de ellos se había abierto una zanja difícilmente salvable en la que comparecían la carrera espacial, el genoma humano, las telecomunicaciones digitales, la investigación atómica y otra larga docena de complejos procesos científicos y técnicos muy alejados de nuestro alcance. Las diferencias, para usar la terminología marxista, se habían hecho "cualitativas".

¿Cómo reaccionaron, en ese momento, los políticos latinoamericanos más racionales? Sencillamente, rectificaron el rumbo. Si el Estado había sido un pésimo gerente económico que perdía ingentes cantidades de dinero, lo sensato era transferir a la sociedad los activos colocados en el ámbito público para no continuar dilapidando los recursos comunes. Había que privatizar, pero ni siquiera por convicciones ideológicas, sino por razones prácticas: el Estado-propietario había quebrado. Si el gasto público había arruinado las arcas nacionales y comprometido el desarrollo, y si se había llegado al límite del endeudamiento, ¿cómo extrañarse de la necesidad de recortar las obligaciones del Estado? Si la burocracia había crecido parasitariamente, y con ella y en la misma proporción, había aumentado la ineficacia de la gestión de gobierno, ¿qué otra cosa podía recomendarse que no fuera una drástica limitación del sector público? Si el déficit fiscal se había convertido en un cáncer galopante, ¿cómo escapar a la necesidad de sostener presupuestos equilibrados? Si los controles de precios y salarios, practicados en distintos momentos en todos los países de nuestra esfera, habían demostrado su inutilidad, o -peor aún- su carácter contraproducente, empobrecedor y generador de toda clase de corrupciones, ¿cómo no defender la libertad de mercado? Si nuestras sociedades habían sufrido el flagelo implacable de la hiperinflación, con el empobrecimiento general que esto conlleva, ¿no era perfectamente lógico acudir a la austeridad monetaria, ya fuera mediante cajas de conversión "a la argentina" o mediante severas restricciones a las emisiones de moneda? Si finalmente, y a regañadientes, se aceptaban la necesidad de la propiedad privada y las ventajas de las inversiones extranjeras, era obvio que todo eso tenía que protegerse con instituciones de Derecho, mientras se auspiciaba una atmósfera jurídica muy alejada de la tradición revolucionaria latinoamericana. Si los ejemplos de los países que habían logrado desarrollarse los "tigres", la propia España demostraban que la globalización no sólo era inevitable, sino, además, resultaba muy conveniente, ¿quién en sus cabales podía continuar insistiendo en la autarquía económica la excentricidad ideológica y el proteccionismo arancelario?

Eso era el tan cacareado, odiado y vilipendiado "neoliberalismo". Era el ajuste inevitable como resultado del desbarajuste previo. Ni una sola de las llamadas medidas "neoliberales" fue el producto de dogmas teóricos ni de conversiones mágicas a un credo supuestamente derechista. Nadie se había caído del caballo de la CIA en el camino a Washington. Nada había de libresco en el bandazo político y económico que daba América Latina. Era el resultado de la experiencia. Las medidas no las dictaban la señora Thatcher o Mr. Reagan. Nadie en las cúpulas de gobierno había descubierto a Mises, a Hayek y al resto de la Escuela austriaca. Todo lo que se había hecho era volver de revés el fallido recetario tradicional de Alfonsín, Alan García, Fidel Castro, Daniel Ortega o el de las anteriores generaciones de la vasta familia populista: Perón, Lázaro Cárdenas, Getulio Vargas. En algún caso, como sucedió con el boliviano Paz Estenssoro, una misma persona fue capaz de desempeñar los dos papeles en su larga vida política: a mediados de siglo D. Víctor actuó como un revolucionario populista. Treinta años más tarde, guiado por la experiencia, modificó lo que había que cambiar y se movió en dirección opuesta. No era un oportunista, como dicen sus enemigos, sino todo lo contrario: un hombre inteligente capaz de mudar sus criterios a la luz de los resultados y a tenor de los tiempos. Fue lo mismo que sucedió con el "gran viraje " de Carlos Andrés Pérez en Venezuela durante su segundo mandato a principios de la década de los noventa, o con el cambio de rumbo a que se vio obligado Rafael Caldera en los últimos años de su desafortunado gobierno, pese a tener un corazón perdidamente populista. Sencilla y llanamente: no había otra forma de gobernar.

Esta observación tiene cierto interés, porque los críticos del pretendido neoliberalismo suelen presentar el nuevo pensamiento político latinoamericano como el resultado de una oscura conspiración de la derecha ideológica, cuando sólo se trata de medidas puestas en práctica por políticos que provenían de distintas familias de la vieja tradición revolucionaria latinoamericana. Carlos Salinas de Gortari había sido amamantado por las leyendas del PRI. Gaviria era un liberal colombiano, lo que casi siempre quiere decir un "socialdemócrata". Carlos Saúl Menem era un peronista de pura cepa, intimidantemente ortodoxo antes de llegar al poder. Pérez Balladares procedía del torrijismo más rancio y leal. Sólo en Chile puede hablarse de cierta carga ideológica, y también ahí los cambios impuestos por Pinochet, respetados por los sucesivos jefes de Estado, no fueron tanto el resultado de las convicciones de los Chicago boys, como la consecuencia del fracaso del modelo dirigista, burocrático y antimercado iniciado por el conservador Alessandri, agravado por el socialcristiano Frei Montalva, y llevado hasta sus últimas y peores consecuencias por Salvador Allende, socialista. Es cierto que algunos economistas, como José Piñera, ejercieron su influencia sobre un general muy poco o nada instruido en el terreno de la economía, pero el más poderoso inductor de los cambios, el verdadero catalizador, fue la crisis total del anterior modelo.


El discurso moral

Esta ausencia de propuestas concretas e inteligibles por parte de una izquierda enmudecida por la realidad, al margen de la creación de etiquetas como "neoliberalismo", se ha traducido en la elaboración de un discurso moral defensivo que hace las veces de doctrina sucedánea. Ya no es frecuente escuchar que la solución a nuestros males está en el marxismo o en cualquiera de las variantes socialistas. Eso hoy provoca risas o el bien ganado mote de "idiota latinoamericano". Ahora lo que se hace es denunciar el nuevo pensamiento político latinoamericano -ése que se deriva de la fallida experiencia del viejo- calificándolo de exclusivista y de pretender ser "único", como subrayan con frecuencia los enemigos de la libertad económica, como si las medidas encaminadas a reorganizar nuestras vapuleadas sociedades fueran una especie de consigna goebeliana o de doctrina totalitaria.

Al mismo tiempo, los adversarios de los nuevos paradigmas, muy en su papel de catones del Tercer Mundo, llenos de santa indignación, les atribuyen a los "neoliberales" una total falta de compasión con los humildes, reflejada en el recorte de los míticos "gastos sociales". Pero no explican, por supuesto, por qué cuando estaban vigentes las viejas ideas estatistas y entre ellas el abultado "gasto social" se mantenían y hasta aumentaba el número de los desposeídos, mientras se ampliaba el déficit presupuestario y el endeudamiento del Estado. Tampoco se molestan en aclarar esa pregunta ordinaria y burguesa de quienes pretenden averiguar dónde están o de dónde saldrán los excedentes para sufragar el consabido gasto social. Dónde está el dinero, quién va a abonarlo y qué resultado tiene para el conjunto de la sociedad ese o cualquier otro esfuerzo realizado con el erario público. También -y esto es acaso más importante- los defensores de las virtudes del gasto social probablemente no se han percatado de que el objetivo que debe perseguir toda sociedad sana es tener la menor cantidad posible de gasto social como consecuencia de que las personas y las familias sean capaces de ganar decentemente su propio sustento sin tener que recurrir a la solidaridad colectiva o la compasión de ciertos grupos piadosos. Incluso, hasta es posible formular una regla general que establezca que la calidad de un sistema político y económico se mide en función inversa a la cantidad de gasto social que la sociedad requiere para subsistir razonablemente. A más gasto social, más inadecuado resulta el sistema. A menor gasto social requerido, más flexible y exitoso es ese modelo que permite y estimula la creación de riquezas y la responsabilidad de los individuos.

Otra crítica moral, disfrazada de razonamiento técnico, es la que descalifica al mercado por sus innatas imperfecciones y porque supuestamente polariza la riqueza: el mercado, afirman los neopopulistas, hace a los ricos más ricos y a los pobres más pobres. En buena ley, quienes esto advierten no comprenden el mercado. Si por imperfección se entiende que ocurren periodos de crecimiento y periodos de contracción, por supuesto que es cierto, pero eso sólo prueba que el mercado es una dimensión cambiante, proteica, en la que millones de agentes, cada uno de ellos cargado de expectativas, van transformando la realidad económica. Tal vez no haya ciclos cortos y largos, como creía haber descubierto Kondratiev, pero no hay duda de que cada cierto tiempo se producen ajustes, correcciones y hasta enérgicas crisis. Por supuesto que el mercado no es perfecto en el sentido de cerrarles la puerta a los fracasos o de poder asegurar el enriquecimiento progresivo de todos. Claro que hay perdedores y ganadores, en muchos casos como consecuencia de la imaginación y la capacidad para innovar de agentes económicos más creativos y mejor organizados, pero eso no invalida al mercado. Pese a ello, sigue siendo el más eficaz modo de asignar recursos, deducir precios y formular transacciones. Más aún: esa ruina que algunos padecen en el mercado, o la fortuna que acompaña a otros, como señalara el mencionado Schumpeter hace ya muchas décadas, es un proceso de "destrucción creativa" que va perfeccionando los bienes y servicios que se le brindan al consumidor. Es en el mercado donde la humanidad progresa. Es ahí donde se llevan a cabo las más formidables revoluciones. Donde no hay competencia, naturalmente, nadie quiebra, pero la sociedad se estanca. En Alemania oriental ninguna empresa corría peligro y, por ende, ningún trabajador temía por su empleo siempre y cuando obedeciera bovinamente las instrucciones del Partido, pero era en la Alemania Occidental donde el nivel de vida y el confort alcanzaban las cotas más altas. Y tampoco es cierto que el mercado polariza las riquezas: mientras más abierto y libre, mientras con mayor facilidad puedan participar los agentes económicos, más posibilidades tienen los más pobres de conseguir crear y acumular riquezas. En Chile por ejemplo en los últimos siete años los niveles de pobreza han descendido del 46% de la población al 22%. En Taiwan sólo un 10% de la población puede calificarse como extremadamente pobre. En 1948 el 90% era miserable.

En todo caso, tras esa denuncia de "polarización" de los recursos que los neopopulistas lanzan contra los pretendidos neoliberales, se esconde una amarga censura moral contra el éxito económico. No es la pobreza de muchos lo que horroriza a los neopopulistas sino la riqueza de algunos. Los hiere que en pocos años alguien como Bill Gates acumule la mayor fortuna del planeta, pero no se percatan de que no es una riqueza arrebatada a otros sino creada para su propio lucro y para el de millones de personas que de una u otra forma se han beneficiado del asombroso crecimiento de su compañía o de los productos puestos a disposición del mercado.

Por otra parte, ninguno de estos críticos de la economía de mercado jamás ha atacado a los sistemas fabricantes de miseria. Lo malo -para ellos- no es que el socialismo africano arruinara aún más a países como Tanzania, Mozambique, Angola o Etiopía. A los socialistas africanos no los juzgan por sus resultados sino por sus justicieras intenciones. Los neopopulistas no encuentran nada censurable en que el socialismo islámico empobreciera hasta la vergüenza a los argelinos, a los egipcios o a los tunecinos, empeorando sensiblemente la herencia colonial dejada por Europa. No se quejan nunca de esa implacable fábrica de mediocridad y estancamiento que fue el socialismo hindú durante el largo periodo de estatismo y burocracia que siguió a la creación de la India independiente. En Cuba, lo que invariablemente subrayan del desastre económico, producido sin duda por el modelo soviético minuciosamente calcado por Castro, es el embargo norteamericano, como si las restricciones al comercio entre los dos países, y no el disparate marxista, fueran responsables de lo que allí acontece. Lo que a los neopopulistas les mortifica es que en algunas sociedades ciertos segmentos de la población consigan atesorar riquezas. Esa es la crítica de fondo que les hacen a los liberales Reagan o Thatcher. No importa la evidencia del resurgimiento de Inglaterra o que en los últimos veinte años la economía norteamericana -todavía bajo la influencia reaganiana pese a los años de gobierno demócrata- haya creado decenas de millones de puestos de trabajo en beneficio también de los más necesitados. Para los neopopulistas el sistema europeo, el español -por ejemplo-, es moralmente superior, aunque la tasa de desocupados cuadruplique a la de Estados Unidos. Donde el desempeño económico de todos es mediocre, no hay nada que objetar. Donde algunos consiguen enriquecerse en medio de sociedades en las que todos o casi todos logran prosperar, se producen los más feroces y descalificadores ataques. La virtud, aparentemente, está en el igualitarismo. Los neopopulistas siguen pensando que lo bueno y lo justo es que todas las personas posean los mismos bienes y disfruten de los mismos servicios, independientemente del talento que posean, de los esfuerzos que realicen o de la suerte que el azar les depare.

Otro tanto ocurre con la revitalización del individualismo. Para los neopopulistas el neoliberalismo ha traído aparejado un aumento repugnante de la codicia personal y una correspondiente disminución del espíritu solidario. Donde los liberales defienden la necesidad de Estados, instituciones y leyes neutrales, convencidos por la experiencia de que lo contrario conduce al clientelismo y la corrupción, los neopopulistas creen ver una absoluta falta de compasión a la que inmediatamente oponen el comunitarismo o cualquier otra variante vegetariana e inocua del socialismo. Donde los liberales hacen un llamado a la recuperación de la responsabilidad individual, exonerando a la sociedad de la improbable tarea de procurarnos la felicidad, los neopopulistas perciben rasgos de insolidaridad.

En rigor, lo que ha ocurrido es, a un tiempo, fascinante y sorprendente: los neopopulistas, que partieron de un análisis materialista, al perder la argumentación que poseían, se han apoderado del lenguaje religioso, renunciando al examen de la realidad. Ya no tienen en cuenta los hechos sino sólo las motivaciones. Han asumido un discurso teológico de culpas y pecados, en el que se valoran las virtudes del espíritu y se rechazan las flaquezas de la carne. Tener es malo. Luchar por sobresalir es condenable. Lo bueno es la piedad, la conmiseración, el apacible amor por el prójimo. Y nada de eso puede encontrarse en la "selva" del mercado, donde las personas luchan con dientes y uñas para aniquilar a los competidores. Ellos, en cambio, los neopopulistas, representan a los pobres, son los intermediarios de la famélica legión ante el mundo y los únicos capaces de definir el bien común. Ellos irán al cielo. Los neoliberales al infierno. En cierta forma se puede hablar de un debate posmoderno. Los neopopulistas han renunciado a la racionalidad. Les resultaba demasiado incómoda.

Fuente: liberalismo.org