24 de febrero de 2010

Capìtulo XXXI: ¿Está nuestro sistema político agotado?

cocina medieval

El ajetreo de mi progenitor en la cocina me despertó. Marcando el reloj situado en la mesilla, contigua a la cama, las 07:00 de la mañana. Había pasado casi toda la noche leyendo. Y es que cuanto más profundizaba en aquella magnánima obra más interesante se tornaba. Pero los quehaceres diarios me reclamaban, por lo que hasta bien entrada la tarde no podría sumergirme nuevamente entre sus vibrantes páginas. Rebosantes de sabiduría y de hirientes lamentos por una patria incapaz de aprender de su pasado, condenada a repetir una y otra vez idénticos errores.

Acostumbraba Pedro Gutiérrez al alba encender el longevo transistor del salón, al objeto de escuchar la tertulia política matutina de “Radio Vecindad”, la emisora local. A la cual precedía el programa musical Te rondaré morena, consagrado a deleitar a sus oyentes con las mejores canciones del panorama nacional. Alcanzando a percibir en ese preciso instante la ineludible voz de Joan Manuel Serrat, interpretando: Un pueblo blanco”.

La mesa yacía engalanada, cubierta por nuestro venerado mantel blanco. Salpicado por multitud de rosas, caladas décadas atrás por las laboriosas manos de mi difunta madre. Pedazo de tela que se erigía en el más excelso tesoro de nuestra humilde morada. Y allí sentada estaba ella, mi querida prima Libertad. Increíblemente hermosa y dulce, a cuál más. No obstante, a veces temía que su inmensurable amor por Matahambre y sus gentes, acabaran por romper vilmente su frágil corazón en infinidad de pedazos.

Al entrar me regaló una amplia sonrisa, entonando:

-“Pedrín, ven y siéntate. Tu padre ha preparado unas suculentas tortitas. ¿Qué prefieres café o té?”

Retirándose él a continuación de aquellas melódicas palabras, en pro de dejarnos, a mi prima y a mi, a solas. Conocedor de nuestra más absoluta complicidad, robustecida por prolíficas y reiteradas confidencias. Enunciando:

-“Chicos os dejo. Pues D. Pascual está esperándome en el jardín, quien se ha acercado hasta aquí para charlar un rato de nuestras cosas. De lo terrenal y lo divino. Con el fin de prepararme, como a él le gusta definirlo, para cruzar, en la hora que a todos nos llega, el umbral. Y que en mi caso, lo más probable, es que no ande demasiado lejos.”

Riñéndole Libertad, de forma cariñosa, con un tono casi maternal:

-“Tío, siempre arguyes lo mismo, si estás de maravilla.”

Y mientras yo disponía un par de tortitas en el plato ella me preguntó:

- “Pareces cansado. ¿Una mala noche quizás?”

A lo que contesté:

-“No, al contrario. Aunque lo cierto es que he dormido poco, se debe a que he estado absorto en el último libro escrito por Francisco: “El vituperado sistema electoral de la Restauración y sus similitudes con la partidocracia vigente.” Donde se esfuerza en explicar la historia del Estado Constitucional español, repleta de cuantiosos contratiempos hasta llegar al momento vigente. Etapa actual de la que asiduamente alardeamos por sus altas cotas de democraticidad. Convirtiéndose realmente, según el autor, con el devenir de los años, en un Estado despótico, regido por una oligarquía partidocrática.

Aún no lo he acabado, me quedé dormido en el capítulo donde argumenta cómo el régimen político de hoy en día, guarda una increíble semejanza con la denostada Restauración.”

Alegando Libertad, tras tomar un pequeño sorbo de té:

-“Cuánta razón tiene Francisco. Hace días, me encontraba estudiando una documentación que se debatirá próximamente en una Comisión Especial en el Ayuntamiento. Ya que pretenden acometer cuanto antes, es decir, con anterioridad a la celebración de las venideras elecciones municipales, por lo que pueda pasar, la Revisión del Plan General. Ahora se han vuelto de lo más generosos y nos han invitado a la oposición al completo a conformar la susodicha Comisión Especial. Claro que lo que se esconde bajo esa dadivosidad, es organizar otra polvareda populista y demagógica cuando pronunciemos un no rotundo a lo que ambicionan. Vislumbrando como exclusiva salida, para lograr sus propósitos, la presión popular. Ya que continúan erróneamente creyendo que temerosos, por un hipotético castigo en las urnas, pronunciaremos un sí a unos expedientes presuntamente espurios, donde las áreas urbanas y la aleatoria edificabilidad se otorgan supuestamente a tenor de quién ostente la propiedad. Pareciendo aquello, en vez de planos, un enfermo de sarampión, plagado de dispersos puntitos pálidos y oscuros, sin consolidación de núcleo poblacional alguno. Eso sí, con la colaboración inestimable de sus adláteres en variadas administraciones. Pierden el tiempo, mas si quieren que participemos en la Comisión allí permaneceremos.

Pues bien, analizando la dispar legislación sobre el asunto, hallé un vídeo de un debate, televisado por Antena3, correspondiente al mítico programa: “La Clave”. Emitido el 1 de Noviembre de 1991. Presentado por el periodista José Luis Balbín y titulado: “500 claves de la Transición”. Interviniendo, entre otros: Antonio García-Trevijano Forte, abogado y uno de los más acérrimos opositores a la dictadura de Franco; ó Ramón Tamames, prestigioso economista y político español. Donde se hacía alusión, exactamente, a eso que apunta Francisco: el gran parecido entre el sistema político vigente con el de la Restauración; al déficit democrático de la partidocracia actual; a la imperiosa necesidad de una reforma constitucional en cuanto a estos aspectos,…Y desde entonces, hasta ahora, nada sobre ello se ha hecho. Más al contrario, casi podríamos afirmar, que todavía ha ido paulatinamente empeorando la situación.

Afirmando Trebijano, en la referida intervención, que en España no existía democracia, por dos cuestiones principales:

- Porque la soberanía no reside en el pueblo, sino en los partidos. Los políticos no son los verdaderos representantes del pueblo, sino de los partidos ¿No es realmente una oligarquía partidocrática la que impone a los distintos dirigentes y no el votante? ¿No se circunscriben las votaciones de los cargos electos a lo decretado por los órganos de las dispares formaciones? ¿No es la disciplina de partido acaso un camuflado mandato imperativo? Con lo que no viviríamos en una democracia, sino en una partidocracia.

- No dándose tampoco una auténtica separación de poderes. Siendo el ejecutivo el que ejerce el dominio sobre los restantes. El legislativo, queda diluido a causa de la presión del ejecutivo sobre el grupo político que apoyó al Presidente del Gobierno en su investidura. Transformándose en un mero órgano de ratificación. Y el judicial, ¿Quién escoge al Fiscal General del Estado, a los representantes del Tribunal Constitucional,…?

Inclusive en las Comisiones de Investigación creadas por las Cámaras, en pro de desentrañar cualquier asunto. Encargadas de elaborar un dictamen sobre el que deberán deliberar posteriormente las propias Cámaras. Dependiendo su configuración, igualmente, de la mayoría parlamentaria. Muy diferente a lo acontecido en Alemania, donde esta función recae en una minoría cualificada. Sirviendo allí de control y no de mero paripé como aquí.

Asimismo en un determinado momento José Luis Balbín sibilinamente menciona como el poder gubernamental, hipotéticamente es tal, que si cualquier periodista osase contradecir al régimen sería contumazmente relegado. ¿Y no es esto precisamente lo que ha sufrido Francisco? Un escritor como ninguno, que por hablar alto y claro, y dar un no como respuesta a determinados dirigentes, es de cada medio o editorial proscrito.

Empresas que al fin y al cabo viven mayormente de la publicidad contratada por sus clientes. Encontrándose el empresario frente a la disyuntiva de escoger entre un empleado con talento u optar por su principal fuente de ingresos. Habitualmente suelen decantarse lamentablemente por lo segundo. Tal vez inevitablemente sea una abyecta reacción de supervivencia.

Inicialmente, al tener conocimiento de su genialidad y trabajo, todo son halagos y parabienes. No obstante, las sentidas alabanzas se transforman en variopintas evasivas. Luego de recibir la llamada o visita de algún mandatario, recordándole al editor de turno de donde surgen los fondos de financiación de numerosas noticias, publireportajes o libros patrocinados.

Defienden concretos historiadores que el sistema político de la Restauración, ideado por Antonio Cánovas del Castillo, fue la mejor opción dadas las circunstancias de aquel periodo. Sin embargo, lentamente se desvirtuó, y tras el fallecimiento de sus dos grandes protagonistas: el propio Cánovas y Práxedes Mateo Sagasta, murió por ausencia de líderes que los sucedieran y por agotamiento después de 50 años de vigencia. No obstante, la presente etapa democrática, surgida con la promulgación de la Constitución de 1978, lleva apenas treinta años, ¿y no se perciben ya muestras de cansancio?”

Fuente: El Liberalismo


Capítulo XXVII: Nacionalismos y regionalismos españoles (II)

El Coloso, Goya

El Coloso”. Atribuida su autoría a un discípulo de Goya. Alegoría de la Guerra de la Independencia, donde el gigante simboliza al pueblo español que emerge de los Pirineos para alzarse contra las tropas napoleónicas. Expuesto en el Museo del Prado.

España es una de las comunidades políticas más longevas. A pesar de ello al arrancar la centuria decimonónica se erige como un Estado pluriétnico, aunque en ningún caso plurinacional. Debido a que su concepción originaria parte de la suma de distintas regiones independientes. Previamente Castilla, a la que se anexionará León. Con la incorporación posterior de Córdoba, Jaén, Sevilla, Granada, el reino de Murcia y Almería. Por otro lado, Aragón, el principado de Cataluña y el reino de Valencia se fusionarán de desigual modo; conservando cada una de ellas su ordenamiento jurídico, político y organizativo.

Esto que cabría ser considerado como el germen de la controvertida situación contemporánea al respecto de los nacionalismos y regionalismos españoles, no es más que una característica igualmente compartida por la mayoría de los países europeos. A excepción de Portugal, cuya entidad estatal sí se correspondía con una única identidad nacional. Naciones que aún albergando identidades colectivas diferentes, lograron exitosamente inculcar en sus habitantes un profundo sentimiento patriótico, mediante la defensa de idénticos símbolos y valores.

No obstante, no fue esto lo acontecido en España. A causa básicamente de la tímida acogida que se prodigó a los flamantes aires de la Ilustración que soplaban con fuerza desde Europa. Lo que provocó una débil aplicación de los mismos. Ideología que promulgaba romper con las fórmulas del Antiguo Régimen, para dar paso a los primeros Estados Liberales de derecho.

Estos innovadores planteamientos conllevarán a que al inicio del siglo XIX, a raíz de la independencia de Norteamérica y la Revolución francesa, se consagre el concepto de igualdad ante la ley. Al objeto de desterrar las arbitrariedades y privilegios de la etapa precedente. Dando lugar a la redacción de novedosas Constituciones, cuya ratificación resulta indispensable para calificar a cualquier democracia como tal. Recogiéndose al comienzo de dichos textos una serie de inéditos derechos fundamentales inalienables al conjunto de ciudadanos. En la misma línea se concibe codificar la multitud de normas jurídicas. A modo de presentar una homogeneización reglamentaria en la globalidad del territorio. Con el propósito de mostrar un sistema de orden, que favoreciera la seguridad jurídica y posibilitara que su destinatario supiera a qué atenerse en cada momento.

Será la primera Constitución española, la de Cádiz, refrendada en 1812, la que se haga eco de las sucintas teorías. Dictaminando en su artículo 258 la obligatoriedad de un mismo código civil, criminal y de comercio para toda la monarquía. Bajo ese precepto de nación moderna, compuesta por una colectividad sujeta a una ley común.

Fusilamiento de Torrijos. Óleo de Antonio Gisbert Pérez

Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en Málaga en 1831. Grupo de liberales españoles contrarios a la política absolutista de Fernando VII. Óleo de Antonio Gisbert Pérez (1834-1901)

Mas los efímeros periodos constitucionales españoles desde ese instante, rotos por otros dictatoriales, impidieron la consolidación de la referida doctrina en España. Siendo una peculiaridad de nuestro país la convivencia de un derecho civil común, con otros forales o especiales. Al llevarse también al ámbito del Derecho el agitado enfrentamiento ideológico que se mantenía en el terreno político.

Ni los románticos: Larra, Goya…; Benito Pérez Galdós con sus celebérrimos “Episodios Nacionales”; los institucionistas, con Francisco Giner de los Ríos a la cabeza; la generación del 98; la del 14 ó la del 27; entre otros muchos, conseguirían insuflar en la población un auténtico sentimiento patriótico compartido por todos.

Y es que este fracaso fue precisamente el caldo de cultivo en el que se gestarían los nacionalismos y regionalismos durante el último tercio del siglo XIX. Cuyo auge se impulsa además por la aparición en escena de una próspera burguesía proveniente del desarrollo industrial de ciertas regiones: País Vasco, Cataluña, Asturias. Desencadenando abismales desequilibrios territoriales, con unas zonas mucho más productivas que otras. No obstante, esa primacía económica, no se vio reflejada en el ámbito de decisión política. En escasas ocasiones, se escogerán mandatarios a nivel nacional de tales circunscripciones. Lo que unido a la lejanía de la Administración Central y su exigua comunicación con las dispares comarcas españolas, acrecentarán la brecha entre el centro y la periferia. Y por ende su difícil entendimiento.

El perpetuo antagonismo entre las dos Españas, la que aún se agarraba al Antigua Régimen y la liberal, propiciará que iniciativas que se robustecían en otros Estados europeos, aquí escasamente llegarán a brotar. Manteniéndose un sistema político caciquil y oligárquico. Abonado por la alta tasa de analfabetismo, que en esa época concreta rozaba un espeluznante 60%.

Extendiéndose consecuentemente la creencia entre el pueblo, de que poco se podía esperar de la Administración central para que solventara los múltiples problemas que atenazaban a la patria. Restando como única vía, en pro de erradicar los referidos males, la de la iniciativa nacida en las propias regiones periféricas. Contexto desde el que manarán los anhelos de algunos grupos. Pasando de un embrionario pretendido federalismo, hasta un postrero secesionismo.

Si bien el pasado no se puede modificar, se muestra imprescindible aprender de él. Siendo capaces de extraer objetivamente, desde la distancia que marca el tiempo, las suficientes conclusiones para que aquellos elementos que no se afianzaron en su momento, se perpetúen en nuestro presente y futuro. Y precisamente fue este el pensamiento imperante que presidió la redacción de la Constitución de 1978. Careciendo de sentido que aquellos mismos que la votaron, se desdigan ahora de lo suscrito.

Fuente: El Liberalismo


Capítulo XXVI: Nacionalismos y regionalismos españoles (I)

Sello alemán conmemorativo de la firma del Tratado de Roma de 1957

(Sello alemán conmemorativo de la firma del Tratado de Roma de 1957)

Parece ilógico proseguir inmersos en esa perenne disputa entre los distintos territorios españoles. Y más cuando a nivel internacional se muestra como irreversible la consolidación de la globalización. Desencadenando un auténtico vaciamiento del poder de los Estados, que se manifiesta en tres vertientes:

Hacia arriba. Cediendo determinadas decisiones nacionales a organizaciones supranacionales: Unión Europea, OTAN, ONU,…

Hacia abajo. Dotando de un mayor protagonismo a las entidades locales, por ser las instituciones más próximas al ciudadano.

Sin embargo, urge acometer ciertas reformas en el ámbito municipal. En la línea de sustituir la figura del strong-mayor actual, de corte presidencialista, por la del city-manager. Aplicada, por ejemplo, en Estados Unidos, con la que han logrado prácticamente acabar con los casos de corrupción y el sangrante clientelismo político.

El city-manager se fundamenta en contratar a un administrador para la localidad, de probada solvencia y perfectamente conocedor de los procedimientos reglamentarios. Seleccionado como gerente municipal para liderar los proyectos aprobados por el Consejo Plenario. Su mandato tendrá una duración diferente a la de la legislatura, evitando así vinculación política alguna. Quedando ceñidas las funciones de los concejales, votados por el pueblo en las urnas, a la legislativa. Circunscrita a su manifestación en el Pleno, donde avalarán o retirarán el apoyo de las acciones efectuadas por el city-manager. Y limitando el papel del Alcalde, al otorgarle un exiguo margen ejecutivo.

De este modo se culminarían los proyectos, habitualmente paralizados por cambios de gobiernos o incapacidad por desconocimiento de los propios ediles. Se agilizaría la tramitación de los expedientes, aminorando la carga burocrática, simplificando los procesos. Adelgazaríamos el capítulo uno del presupuesto, destinado a personal. Contando únicamente con los sujetos más preparados e idóneos, acorde a las particulares labores y no conforme a su afiliación ideológica. En definitiva ganaríamos en transparencia y optimizaríamos convenientemente los escasos recursos de los que disponemos.

Hacia el mercado. Por la vía de la privatización y desregulación. Se trata de: incentivar el emprendimiento; bajar las cargas fiscales en pro de poner tales importes en circulación; reducir las trabas innecesarias para conferir una mayor seguridad y agilidad a las transacciones; y sobre todo reduciendo el aparato gubernamental; sin olvidarnos de potenciar la I+D+i (Investigación, Desarrollo e innovación). Lo que consecuentemente nos conduciría a una mayor riqueza y generación de empleos.

En base a estos planteamientos, a mediados de los años ochenta del siglo XX se deja de hablar de gobernabilidad. Como suficiencia de un país para resolver sus conflictos colectivos internos, mediante la aplicación de las políticas públicas más adecuadas. Para dar paso al concepto de gobernanza. Donde la garantización de la cohesión social no sólo depende de la gestión gubernamental nacional, sino de su capacidad de coordinación con entidades públicas y privadas, estatales y transestatales. Obligando a los dirigentes de cada Estado a compartir su autoridad dentro de las propias fronteras con otros estamentos, en materias tales como: inmigración, seguridad, economía, medio ambiente,…

No obstante, resulta imprescindible, al objeto de alcanzar una democracia más justa y participativa, contar con todos. Lo que exige la conversión de nuestro sistema electoral. A través de la imposición de listas abiertas y la instauración de la segunda vuelta. Desterrando fórmulas bipartidistas y concibiendo las multipartidistas, dentro de las cuales los residentes de cualquier región española se encuentren plenamente representados. Pilar primordial para construir una España más competitiva, eficaz y eficiente. Y esto no pasa por desgajar nuestra patria, sino por adaptarla a la época en que vivimos.

Fuente: El Liberalismo



Capítulo XXX: El constitucionalismo español hasta la Restauración


“Defensa del Parque de Artillería de Monteleón”, Joaquín Sorolla y Bastida

(“Defensa del Parque de Artillería de Monteleón”, Joaquín Sorolla y Bastida)

Los prolegómenos constitucionales españoles arrancarán con el Estatuto de Bayona, promulgado por Napoleón el 6 de Junio de 1808. Aunque no era exactamente una Constitución, sino una Carta Otorgada. Con la que se concebía una monarquía dependiente de Francia, al frente de la cual el dictador colocó a su hermano José. Pese a las insuficiencias de legitimidad del documento, lo cierto es que estaba influido por atisbos liberales. Al tratar someramente acerca de los derechos y libertades, además de la división de poderes. Fundamentos de los que se impregnará la Constitución de 1812.

La primera Constitución española se gestará tras la batalla de Bailén y el abandono del Trono por José Bonaparte. Suscrita el 19 de Marzo de 1812. Si bien entre esa fecha y 1837 únicamente se encontrará en vigor seis años y no consecutivos. A tenor del fuerte enfrentamiento entre absolutistas y liberales. Optando por unas Cortes monocamerales y una monarquía moderada, en la que el rey, todavía conservando amplias facultades de ejecución y dirección política, no ejerce el poder absoluto. Recayendo en esta fase la corona en la figura de Fernando VII, mas su relación con la Carta Magna rubricada se caracterizará por una continua contradicción y suspicacia.

La Constitución de 1812 fue interpretada, fuera de nuestras fronteras, como símbolo del liberalismo y el progreso. Y serán los partidarios de la misma los que acuñarán originariamente el término liberal. En su artículo 2 se declaraba: la nación española es libre e independiente y no es ni puede ser patrimonio de ninguna persona”. Desplazando el mandato representativo al imperativo. Usado hasta ese instante por los nobles para ordenar a sus representantes los postulados a defender en cada momento. Texto articulado bajo el precepto de sufragio activo universal masculino. No existiendo mención alguna en torno a la posibilidad de disolución de las Cortes por parte del Rey. Se decreta la libertad de imprenta y la de expresión de pensamiento, se deroga la tortura y se liberaliza la economía.

El 18 de Junio de 1837, la Regente María Cristina, designada testamentariamente por su esposo Fernando VII, aceptará y jurará otra norma jurídica suprema, actuando en nombre de su hija Isabel, menor de edad. Mucho más moderada que la anterior, quizás aspirando a alcanzar el máximo consenso entre los distintos sectores en pugna. Tal fue el caso, que el sufragio universal masculino fue sustituido por el sufragio censitario directo. Basada en la soberanía compartida entre el Rey y las Cortes, las cuales serán en este caso bicamerales: Congreso de los Diputados y Senado. Denominaciones que llegarán hasta nuestros días. Disponiendo el Rey del veto legislativo y la capacidad de disolución de las Cortes. Mecanismo del que se abusará reiteradamente.

Jura de Fernando VII como príncipe de Asturias

(Jura de Fernando VII como príncipe de Asturias)

Finalmente María Cristina será obligada a exiliarse por el General Espartero, quien ocupará el cargo de Regente hasta 1843. Adelantando las Cortes la mayoría de edad de Isabel II en un año.

Correspondiendo ya a la Reina Isabel II la ratificación de la Constitución de 1845. Pasajes que reducirán la autonomía de las Cámaras y reforzarán la autoridad de la Corona sobre las mismas. De apariencia más conservadora que la de 1837, si bien igualmente supeditada a la fórmula de Cortes bicamerales: Congreso y Senado. Mostrándose, por tanto, como un periodo involucionista con respecto al precedente. Restringiéndose las libertades individuales. Impulsándose la codificación civil a través de la unidad de fueros. Punto que fracasará estrepitosamente por la escasez de diálogo con las diversas regiones afectadas. La férrea represión que acompañó a la vigencia de esta Carta Magna conducirá a la elaboración de una nueva, la de 1856, que no llegará a ser refrendada. Conocida como la Constitución nonata.

Desde 1866 las proclamas de levantamiento se suscitan a lo largo de la geografía nacional. Inmersa en un persistente estado de excepción. Partiendo de Cádiz igualmente la contienda. Extendiéndose después a Andalucía, Levante y Cataluña. Abocando a Isabel II a dejar el país para refugiarse en Francia. Irrumpiendo así la Constitución de 1869.

La Constitución de 1869 se insuflará de un claro aire progresista. Asumiendo los principios de: soberanía nacional y el sufragio universal masculino. Aseverando su artículo 32: “la soberanía reside esencialmente en la nación, de la cual emanan todos los poderes”. Albergando una de las declaraciones de derechos más largas de las manifestadas en las dispares constituciones españolas. Se erigirá sobre la figura de la Monarquía parlamentaria. Constituida la Corona como un poder más, adscrito a las concretas potestades conferidas en el documento. Decantándose por un bicameralismo perfecto o cuasiperfecto, con prácticamente igualdad de funciones entre ambas Cámaras. Imponiéndose en el Trono a Amadeo de Saboya. No obstante, la falta de seguridad decisoria en el ejercicio gubernamental terminará en otro episodio de convulsión política y social.

Alegoría de La Niña Bonita sobre la I República Española,  publicada en La Flaca, revista humorística y liberal del siglo XIX

(Alegoría de La Niña Bonita sobre la I República Española, publicada en La Flaca, revista humorística y liberal del siglo XIX)

Amadeo de Saboya abdicará el 11 de Febrero de 1873, proclamándose la I República. Que esboza un proyecto constitucional federal, a imagen del federalismo estadounidense. Pero manteniendo señaladas semejanzas con la Constitución de 1869. Mas no llegó a ser promulgado. La entrada a caballo del General Pavía en el Congreso pondrá fin a esta época, el 3 de Enero de 1874. Prosiguiendo una relativamente larga y estable etapa: La Restauración.

Fuente: El Liberalismo


23 de febrero de 2010

Bernardo Rabassa: 'El arte de epatar'

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“EPATER LES BOURGEOIS”, esto es lo que ha hecho Zapatero en Londres acusando a “LOS MERCADOS” de Conspiración contra el Reino de España. ¡Vamos! ¡la monda! - Ahora resulta que los mercados tienen cuerpo y alma y actúan como si fueran seres arcangélicos del bien o del mal. Pero ¿no acaba de colocar 12.000 millones de euros de deuda y le sobraban peticiones? Se le olvida que ahora debemos 12.000 millones más, !pero que importa! Dios proveerá, sobretodo después de la Oración en Washington, como el Quijote arremete contra los Molinos que él cree Gigantes. Mucho me temo que LOS MERCADOS no se van a enterar, pues que yo sepa Dios no les dotó ni de oídos, ni de ojos para ver,ni siquiera de cerebro para pensar! Ay, Mr.Bean ¡que está Vd. haciendo el indio.

Epatado me quedé el pasado miércoles al entrar en la exposición de los Impresionistas de Mapfre, cuando de frente me encuentro el cuadro de “La Madre” de Whistler, pintor, diseñador y artista gráfico estadounidense que realizó innovaciones técnicas y defendió el arte moderno, destacando sobre todo por sus aguafuertes. Whistler nació el 10 de julio de 1834 en Lowell (Massachusetts). En 1855 viajó a París, donde comenzó como alumno del pintor clasicista suizo Charles Gabriel Gleyre. Pese a estas enseñanzas, la mayor influencia la recibió de su trato con el pintor realista francés Gustave Courbet y de otros importantes artistas contemporáneos, así como de sus propios estudios sobre los grandes maestros antiguos y sobre el arte japonés.


Por eso figuraba en la exposición, pero ese cuadro tenia otro significado para mí, pues fue el protagonista de una de las más divertidas películas de Mr. Bean, el auténtico, hasta el punto que creí que era de ficción, pues transformado de conserje a experto Mr. Bean viaja a América con el cuadro comprado por un museo americano; las peripecias, iniciadas con un sonoro estornudo sobre el rostro de la madre, y su posterior lavado con detergente, lo que hace desaparecer su cara, que es lo único que destacaba de su figura completamente vestida de negro, recostada en una mecedora, y el intento de volverla a pintar con el consiguiente desternille .

Su sustitución por un poster editado con motivo de su compra, con la consiguiente desesperación del experto colega americano que le sirve de contrapunto y su discurso técnico sobre el retrato a un auditorio pasmado, al que le empieza a hablar de cómo el pintor amaba a su madre, claro, porque si no, no la hubiera pintado, y acaba haciendo un brindis al sol por todas las madres del mundo, siendo ovacionado por el público que no se ha enterado de nada.

Pues bien, me temo que eso es lo que les debe pasar a los expertos economistas, a las autoridades monetarias y políticas de Occidente ante tan hilarante acontecimiento y discurso propio del "Elogio de la Locura" de Erasmo de Rotterdam.

Según BURBUJA Foro de la Economía, Zapatero deshace en Londres el trabajo del Ministerio de Economía en los mercados, al lanzar un duro ataque contra el funcionamiento de los mercados financieros y se concedió un amplio plazo para reducir el déficit público.

El mensaje de Zapatero puede deshacer el terreno ganado ante los inversores internacionales gracias al programa de austeridad presentado por el Ministerio de Economía en Reino Unido y Estados Unidos durante las últimas semanas.

Mientras José Manuel Campa, secretario de Estado de Economía, regresaba de explicar las medidas de ajuste del déficit a inversores estadounidenses, Zapatero aprovechó para clamar contra los especuladores ¿quiénes son y donde están?, a quienes acusó de provocar la crisis en primer lugar, y de pedir ahora una rápida reducción de los déficit públicos.

"Los mismos en el sistema financiero a quienes hubo que rescatar y provocaron una gran deuda pública, ahora son exigentes para que eliminemos el déficit, nos examinan y nos ponen dificultades. Vaya paradoja y contradicción, exclamó rotundamente.

Acompañado por Gordon Brown, Georgios Papandreou y Jens Stoltenberg (jefes de los gobiernos británico, griego y noruego), Zapatero descartó hacer caso a los inversores que piden drásticas medidas de austeridad, forzando al alza la prima de riesgo de la deuda española en los mercados desde hace meses. "Vamos a reducir el déficit, pero sólo cuando haya una recuperación activa, no pensando sólo en los intereses de algunos fondos, ni poniendo en riesgo la cohesión social".

Este pronunciamiento choca con lo que Campa dijo hace sólo dos semanas en Londres, cuando aseguró a un grupo de inversores que el Gobierno español haría lo que fuera necesario para bajar el déficit público del 11% al 3% del PIB en cuatro años.

Tras la mesa redonda, Zapatero y Brown concidieron en su rechazo a drásticas medidas de ajuste. "Mi amigo Zapatero y yo estamos de acuerdo en que no es el momento de retirar los estímulos a la economía, porque estaría en peligro la recuperación. 2010 debe ser el año de impulso al crecimiento", dijo Brown, que afronta también la presión del mercado por el déficit público británico.

En el acto de Policy Network, el líder español atacó con dureza la liberalización de los mercados como causa de la actual crisis. "Varias décadas de mínima regulación han provocado esta crisis. Se permitió al sistema financiero lanzar nuevos productos para especular fácilmente, para buscar el enriquecimiento fácil, para lograr beneficios y especular sin fronteras".

Según Zapatero, esa situación tiene su origen en "la idea conservadora de liberalizar todo (solo falta que miente a los masones para ser Franco redivivo). Y no se le ocurrió otra idea genial que decir ”lo mismo pasa cuando se quiere liberalizar todo el suelo de un país, para que se especule sin límites, se construya y construya y suba el precio de la vivienda" (¡Que demonios han hecho sino lo contrario para forrarse el bolsillo los ayuntamientos y los partidos y eso sin liberalizar nada! ¿Por qué no prueba al contrario con un solo órgano regulador del Territorio?, a lo mejor le iba mejor).

Ahora, amenazó Zapatero, "el tiempo de la regulación ha llegado" y dejando a todo el mundo epatado, alzó la capa, miró de soslayo y fuese del lugar.

EPATAR, IMPRESIONAR. Dos exposiciones contrapuestas le reciben en Madrid, por un lado “Les Fauves” (las fieras), que en contra del clasicismo de la Academia instalaron un Salon de oposición a Delacroix, David, etc., que tuvo éxito y encumbró a Edgar Degas, Claude Monet, Berthe Morisot, Camille Pissarro, Auguste Renoir y Alfred Sisley. El término impresionista fue usado por primera vez por el crítico Leroy en la revista Charivari para denominar irónicamente un cuadro de Claude Monet titulado "Impresión, amanecer".

Esta intención tiene también la edición de ARCO 2010, y de hecho ha sido una constante de artistas como Dalí, Ron Meck u Otero Besteiro en toda la ultima mitad del S.XX, acentuada en Arco desde sus comienzos para EPATAR , IMPRESIONAR .

Debo reconocer que a pesar de haber sido profesor de Psicología del Arte en mis comienzos en la Complutense, no conseguía que me gustara casi nada y este año he quedado incluso horrorizado ante las esculturas de Eugenio Merino, referidas a Israel con dos obras impactantes:

Una monumental en la que un musulmán rezando sostiene sobre su espalda a un sacerdote cristiano y sobre él un rabino judío con idénticas facciones y textos intercambiados, comprada a las pocas horas por un belga en 50.000€, el artista quería según él representar la Alianza de Civilizaciones, lástima que no llegara a tiempo Zapatero para instalarla en la Moncloa.!Vaya Alianza! todos sobre la chepa del Musulmán. Me parece Eugenio que te la estás buscando.

La otra, menor, ciertamente agresiva , una metralleta a la que se le ha puesto en el cañón el candelabro de siete brazos judío (la Menorah).

Ambas han provocado la airada protesta de la Embajada de Israel.

Es difícil tomar partido, pero qué me diría Vd. de una Escultura con la Bandera Española aplastando bajo su peso a un catalán con Barretina o a un Vasco con su Boina. No es que quiera dar ideas, pero hay artistas (Otero Besteiro) que han conseguido el éxito enmarcando acuarelas en plasta de vaca, o enlatando sus excrementos, o presentando su cama deshecha y guarra con la ropa interior sucia y restos de condones aquí y acullá o estas imágenes de símbolos religiosos degradados por su presentación o forma. Soy laico y liberal, pero hay límites que no deberían sobrepasarse, y lo de Eugenio Merino solo seria aceptable si Zapatero lo hubiera puesto a la entrada de su monumental Palacio de la Moncloa, igual que tiene a un par de” clochards” instalados hace ya muchos meses, naturalmente en la secundaria bajo el puente de la carretera de la Coruña, a quienes ni da trabajo, ni convida a su mesa como el rico Epulón, ni les resuelve la vida ante tan lamentable y trágico espectáculo, y mientras a ejercer de CAZAFANTASMAS EPATANTE E IMPRESIONISTA mientras que el barco que es nuestra España naufraga por la ineptitud del capitán.

Bernardo Rabassa Asenjo

Presidente del Club Liberal Español. Premio 1812 (2008)

12 de febrero de 2010

Di NO a la censura, con Libertad 2.0


Libertad 2.0 invita a toda la ciudadanía al fotocall alternativo “No a la censura”.


Será el domingo 14 de febrero a partir de las 18:30 horas de la tarde en la calle Turín esquina Avenida Capital de España Madrid, Campo de las Naciones, enfrente del Palacio Municipal de Congresos de Madrid (IFEMA, Metro Campo de las Naciones).

“Nos gustaría contar con la participación de los actores del cine español, que justo ese día estarán muy cerca de donde vamos a hacernos las fotos”, han declarado los promotores de la iniciativa, que están seguros de que ningún demócrata puede apoyar “la censura previa” que la LES pretende introducir en España.

“En Alemania el movimiento ciudadano ha conseguido, como se conocía esta semana, echar atrás una ley conocida como “ley del cerrojazo a Internet” o “Netzsperre” que ya había sido aprobada por el Bundestag. Y los españoles vamos a echar atrás no sólo la LES, sino también la injusta ley del canon digital”.

Libertad 2.0, la iniciativa surgida en la red para hacer frente a la conocida como “Ley Sinde” de patada en el router, convoca a todos los ciudadanos el próximo domingo, 14 de febrero, a partir de las 18:30 horas a un “fotocall” que tendrá lugar en la calle Turín esquina Capital de España Madrid, Campo de las Naciones (IFEMA), frente al Palacio Municipal de Congresos. El fotocall, que será al aire libre porque “los ciudadanos no tenemos para pagar el alquiler de Palacios de Congresos o construir palacetes en Boadilla”, se hará bajo el lema “no a la censura”. “Nos gustaría contar con la participación de los actores del cine español, que justo ese día estarán muy cerca de donde vamos a hacernos las fotos”, han declarado los promotores de la iniciativa, que están seguros de que “ningún demócrata puede apoyar la censura previa que el gobierno pretende a través de la LES introducir en España”.

Libertad 2.0 espera, asimismo, contar con la asistencia de representantes de movimientos cívicos y sociales que han apoyado el “manifiesto en defensa de nuestra libertad” que ha recabado, hasta el momento, más de 9.700 adhesiones, de las cuales 9.000 han sido ya entregadas al gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero por la Asociación de Internautas, durante la celebración del CATSI (Consejo Asesor de las Telecomunicaciones y la Sociedad de la Información).

El objetivo de Libertad 2.0 es denunciar la actitud del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, que ha decidido utilizar todos los resortes del Estado para otorgar privilegios feudales a entidades privadas como la SGAE a través de la inclusión, realizada con nocturnidad y alevosía, en la Ley de Economía Sostenible (LES) de una disposición final primera que introduce la censura previa, permitirá cerrar páginas webs relegando al poder judicial al papel de mero servidor del ordeno y mando de los políticos, liquidará el derecho al juez predeterminado por la ley y dejará a los ciudadanos indefensos frente a la maquinaria del Estado omnipotente en forma de litigio contencioso-administrativo. Además de la retirada de la disposición final primera de la LES, Libertad 2.0 exige la derogación del canon digital y la dimisión de las ministras Elena Salgado y Ángeles González-Sinde.

“En Alemania el movimiento ciudadano ha conseguido, como se conocía esta semana, echar atrás una ley conocida como “ley del cerrojazo a Internet” o “Netzsperre” que ya había sido aprobada por el Bundestag. Y los españoles vamos a echar atrás no sólo la LES, sino también la injusta ley del canon digital”, han advertido los promotores de la iniciativa.


11 de febrero de 2010

La insaciable SGAE tropieza con las bibliotecas

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SÓLO LAS CCAA DE MADRID Y NAVARRA CUMPLEN CON LA LEY


Las bibliotecas se niegan a pagar el canon de 20 céntimos por cada libro que prestan




Pagar derechos de autor no es exclusivo de Internet ni algo que sólo tenga que ver con reproductores MP3 o impresoras. ¿Sabía usted que las bibliotecas tienen que pagar 20 céntimos de euro en concepto de canon por cada libro que hay en sus estanterías? Estado, comunidades y ayuntamientos están obligados desde hace dos años a contribuir económicamente con los autores cuyas obras son ofrecidas a préstamo. Sin embargo, prácticamente nadie está cumpliendo la normativa.

El 14 de junio del 2007, el Congreso de los Diputados aprobó la Ley de la Lectura, del Libro y de las Bibliotecas, en la que se reguló la remuneración para los autores por el préstamo de sus obras. El Ministerio de Cultura asumió el pago de todos los préstamos habidos en España en 2007, esperando que al año siguiente comenzara a funcionar la recaudación.

Al año siguiente, por contra, sólo cuatro comunidades abonaron su correspondiente tarifa: Navarra, Madrid, Aragón y Murcia pagaron 20 céntimos por cada préstamo que se hizo en sus bibliotecas municipales y autonómicas en 2008. El año pasado, 2009, únicamente lo hicieron las dos primeras, Madrid y Navarra. La Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid ha reconocido a El Confidencial que pagó 36.004,31€ por este concepto en 2009.

Cedro, la institución gestora y recaudadora de los beneficios derivados de los derechos de autor de los escritores españoles, creen que las CCAA no pagan o se niegan a pagar escudándose en que el Real Decreto que regula este canon, que debió promulgarse en 2008, sigue sin promulgarse a día de hoy.

Una de las CCAA que no está abonando ningún dinero es la Comunidad Valenciana. Según fuentes la Generalitat, “el Estado Español tiene la obligación de dictar mediante Real Decreto un reglamento que regule la cuantía del canon, con qué criterio se recauda y cómo se paga a los autores”. Y que hasta que esto no suceda entienden que no están obligados a hacerlo.

Ante esto, Cedro argumenta que mientras se dicta el Real Decreto hay que tener en cuenta la disposición transitoria “que es lo que tiene validez”. Esta disposición establece “claramente”, según la institución, “tanto la cuantía como el criterio: 20 céntimos de euro por ejemplar de obra adquirida destinada al préstamo, así como los que están obligados al pago: siempre los titulares de los establecimientos: unas veces (las menos) el Estado y las CCAA y otras, los ayuntamientos”. Reconocen que “son muchas las CCAA que se niegan a pagar y otras tantas que quieren pagar pero los vacíos legales les impiden hacerlo”.

España ya fue multada por la UE

Una directiva europea de 1992 obligó al pago de estos derechos de autor a las bibliotecas de la Unión. En octubre del año 2006 el Tribunal de Justicia Europeo condenó a España por no haber transpuesto correctamente el contenido de esa directiva al marco legal español, que en la práctica eximía de generar este pago a los préstamos realizados en todas las bibliotecas que ofrecen este servicio, por ello se comenzó a tramitar el sistema en 2007 pero lo cierto es que los escritores siguen a día de hoy sin percibir su dinero.

Conforme a esta regulación, si todas las afectadas por esta ley abonaran la remuneración establecida, según Cedro, la recaudación máxima anual por el préstamo de libros, películas y música rozaría el millón de euros, que deberían repartirse entre los autores de los 41 millones de obras prestadas. En cualquier caso, esta cantidad está muy por debajo de la recauda en otros países por este mismo concepto (Francia 22 millones de euros, Holanda 17 millones o Alemania 13 millones, según datos facilitados por la institución).

Cedro distribuyó el pasado mes de noviembre 489.978,26 euros entre 21.668 escritores y traductores de España y de otros países por los préstamos de sus libros en bibliotecas españolas durante el 2007. Fue la primera vez que se remuneraba a los autores españoles por el préstamo de sus obras, desde que se estableció este derecho hace tres años en la Ley del Libro. Esta cantidad procedía del pago que el Ministerio de Cultura hizo a principios del 2008 para remunerar los préstamos del 2007 (asumió de forma extraordinaria ese pago por todas las bibliotecas a las que les correspondía abonar este derecho de autor), y de los pagos efectuados también en el 2008 por diversas instituciones, tales como el Gobierno Foral de Navarra o la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, para remunerar los préstamos de ese ejercicio.

Que Cultura pague la fiesta

La única solución que ven desde Cedro a esta situación es que sea el ministerio de Ángeles González-Sinde quien pague el canon como ya hizo “exitosamente” en 2008. Desde la institución ya han pedido a la Subcomisión de Propiedad Intelectual del Congreso de los Diputados que se cambie la regulación para que no sean los ayuntamientos los que tengan que abonar esta remuneración porque la mayoría de las bibliotecas afectadas por esta regulación son de titularidad municipal, y esto obliga a una micro gestión. Según Cedro, “en todos los países europeos son las administraciones centrales o regionales las que asumen la obligación”.

Además, prefieren que el criterio por el que se calcule el pago sea por préstamo realizado y no por ejemplar adquirido para préstamo, y que en ese caso, la cuantía establecida sea de 10 céntimos por préstamo.

Finalmente, la institución justifica el pago a los autores por el préstamo bibliotecario de sus obras para poder “remunerarles por un determinado uso del fruto de su trabajo, gracias al cual se ofrece un servicio público, de la misma manera que se remunera a quienes facilitan otros bienes y servicios necesarios para ello, como la luz que se consume en las bibliotecas, la conexión ADSL, etc”.

10 de febrero de 2010

Antonio Golmar: 'La terca inexperiencia española'


En los últimos tiempos abundan los análisis que alertan sobre la crisis de legitimidad del sistema, el estado de emergencia nacional y el deterioro de la calidad de la democracia. También se denuncia que los políticos no estén a la altura, que sean parte del problema y no de la solución, y se exigen pactos de Estado. No estoy de acuerdo.

Nuestra reacción ante la crisis es típica de una cultura política parroquial caracterizada por la falta de confianza y de sentido de la eficacia personal (lo contrario del entusiasmo de los norteamericanos, siempre dispuestos almake a difference), y que en nuestro caso se combina con una enorme dosis de cinismo, ideal para desviar la mirada de lo que no se quiere ver. Que en una encuesta del CIS la clase política aparezca como la tercera preocupación de los españoles no dice nada nuevo de nuestra postura ante la cosa pública. Los estudios realizados desde los sesenta revelan que nunca hemos esperado mucho de los poderosos, pero no por hidalguía o pundonor, sino por mediocridad y falta de autoexigencia. Preferimos la conformidad y la homogeneidad, rebautizadas como paz social, a la innovación. Y la crasa vulgaridad, disfrazada de tolerancia, a la excelencia. Las pinceladas rosas, azules o pardas según la ocasión, tribu y territorio no cambian ni el fondo ni el tema de este triste cuadro.

Mucho más revelador que el hartazgo de los españoles con ZP y Rajoy es el equívoco acerca de la crisis económica. En la primera encuesta El Mundo-Sigma Dos del año, tres cuartas partes de los encuestados suscriben que "el déficit causado por la caída de los ingresos del Estado para costear sus gastos es un lastre para la economía española". Por lo demás, la mayoría se manifiesta en contra del abaratamiento del despido aunque ello estimule la creación de empleo, sólo contempla reducciones del dispendio en televisiones públicas y ejército y exige más gasto público que hace un año en sanidad, educación y cultura. ¿Acaso no hemos aprendido nada desde 1977? Seguimos pensando que las oportunidades son siempre directamente proporcionales al dinero que el Estado gaste en nosotros. Más que postmodernos, parecemos idiotas.

En uno de los momentos más memorables de Un hombre soltero, George, el viejo profesor, le explica a Kenny, su joven admirador e improbable amante, que "la experiencia no es lo que te sucede, sino lo que haces con lo que te sucede". La cuestión no es la experiencia que nuestros políticos hayan acumulado, sino que los españoles parezcamos no tener ninguna. Eso sí que es una crisis, pero no social o política, sino espiritual, o sea, de racionalidad, movimiento y creatividad, que diría la filósofa. He aquí el auténtico problema.

Antonio Golmar es politólogo y traductor.

9 de febrero de 2010

Libertad 2.0


Por fin, aunque sea en un sólo aspecto, la sociedad civil - tan débil desgraciadamente en España- se mueve en contra del gobierno. Varias asociaciones, entre las que se encuentra el Club Liberal han firmado el manifiesto Libertad 2.0

No es fácil hacer una cosa así aunque pueda parecerlo. Los políticamente correctos y los contrarios a la libertad saldrán con todo tipo de improperios hacia los que hemos firmado este manifiesto. La demagogia de los políticamente correctos no tiene límite y ya nos podemos preparar para que nos digan que somos una pandilla de piratas de todo lo habido y por haber. Nadie dijo que defender la libertad saliera gratis ni fuera fácil. Defender la libertad en todos los campos frente a los contrarios a la misma, es difícil, pero hay que hacerlo.

El aumento del Gran Hermano Estatal en todos los campos se ha venido produciendo porque los individuos hemos mirado hacia otro lado y hemos permitido por tanto que el Estado se meta cada día más en nuestras vidas. Un sitio en el que por ahora imperaba la libertad y al que el Estado aún no ha podido meter del todo sus zarpas es Internet.

No se puede tolerar que ahí también nos arrebaten la libertad. Yo no quiero al Estado en mi ordenador y no me vale la excusa que se da por parte del gobierno de que sin autorización judicial no se cerrará ninguna Web.

Sabemos de sobra cómo está la justicia en España y de quién depende. No podemos permitir a este gobierno antiliberal que tenemos que de un paso más para arrancarnos lo que hasta ahora era un rincón de libertad.

Creo que todo liberal se sentirá cómodo firmando el Manifiesto Libertad 2.0 Yo ya lo he hecho, al igual que mucha gente más y espero que se sigan sumando muchas más firmas para demostrar de una vez al gobierno que algunos estamos dispuestos a defender nuestra libertad también en Internet.

Álvaro Lodares

5 de febrero de 2010

Ecologismo: la pseudociencia del siglo XXI

Por Jorge Alcalde


Doce de noviembre de 2002. Nadie podía dar crédito a lo sucedido. Probablemente en toda la historia de nuestro país no habíamos sufrido una catástrofe ambiental tan grave. Millones de españoles se pegaban al televisor para ver una y otra vez las imágenes de la costa gallega bañada en fuel. Un nuevo héroe empezaba a cobrar forma entre las brumas de la mañana, el voluntario ecologista vestido de blanco que arranca con sus propias manos la suciedad de la arena de la playa. Una nueva palabra-tótem retumbaba en los asustados cerebros de los amantes de la naturaleza: chapapote. Poco a poco, una sola verdad fue extendiéndose por la ciudadanía, a lomos de los medios de comunicación, como se extiende una balsa de aceite derramado sobre las bravas aguas del Atlántico: España era víctima de una catástrofe ecológica sin precedentes. Según las organizaciones ecologistas, serían necesarias varias décadas para recuperar el equilibrio ecológico en la zona. Cientos de especies animales corrían un serio peligro de extinción. Las costas de Galicia nunca volverían a ser como antes. Sólo cuatro años después, la realidad era muy distinta. El Centro para la Prevención y la Lucha contra la Contaminación Marina (Cepreco) declaraba, en un informe oficial: "La situación ambiental en la Costa de la Muerte está normalizada, habiéndose finalizado las tareas de restauración y limpieza del vertido". Algunos expertos reconocían que la costa gallega se encontraba en condiciones increíblemente propicias. Por ejemplo, el doctor en Ciencias Biológicas y especialista en el vertido del Prestige Jaime Roset recordaba en noviembre de 2006: "Paisajísticamente, es difícil imaginar que muchas playas y acantilados estuvieron prácticamente asfaltados hace apenas cuatro años". Cientos de investigaciones llevadas a cabo in situ durante el lustro posterior al accidente certificaron la recuperación de las condiciones ecológicas de la zona afectada. Ente ellas destaca el especial sobre el caso Prestige de la revista Marine Pollution Bulletin, en el que expertos del Instituto Español de Oceanografía afirmaban que ya en 2004 las poblaciones de especies como el camarón, el gallo y la merluza no mostraban síntomas adversos. Movidos por informes como éste, algunos políticos llegaron a mostrar un entusiasmo que podría parecer desmedido pero que respondía a una fundamentada sensación de alivio. El 12 de noviembre de 2004 el alcalde de Muxía declaraba a Europa Press: "La catástrofe del Prestige no ha afectado en absoluto al funcionamiento del sector pesquero. Es más, el descanso en la actividad extractiva impuesto por la incidencia del fuel ha venido muy bien para la recuperación de las especies". La comunicación, hacia la histeria
¿Qué pudo ocurrir entre 2002 y 2004 para que se produjera tamaño salto en el estado de ánimo general? ¿Qué proceso pudo conducir del alarmante pesimismo ecológico a la constatación de que la catástrofe del Prestige había sido cualquier cosa menos una... catástrofe? ¿Por qué lo medios de comunicación que empapelaron España con las peores de las predicciones apenas se dignaron a reseñar su error dos años después? Sencillamente, porque en el proceso de información que condujo a la histeria colectiva hubo grandes dosis de pensamiento pseudocientífico y muy poca parsimonia. Y es que, no nos engañemos, la ideología ecologista moderna, sea cual sea su manifestación, juguetea con demasiada asiduidad con un modelo de transmisión de la información más propio de la pseudociencia que de la razón científica. De hecho, cualquier observación analítica de los cauces de difusión del ideario ambientalista desde sus orígenes (ya sea con motivo de vertidos marinos, campañas contra las centrales nucleares o los alimentos transgénicos, cambios climáticos...) arroja un parecido extraordinario con el que se estila en los ámbitos esotéricos, apocalípticos y paranormales. Muy pocos fueron los que, en el invierno de 2002, se atrevieron a proponer un punto de mesura. Armados con la experiencia de acontecimientos similares (como el accidente del Exxon Valdez), algunos científicos y periodistas osamos defender la idea de que la costa gallega no estaba realmente en peligro de desaparición. Pero el empuje de la propaganda ecoalarmista era irrefrenable. La costra de chapapote merecía las portadas de todos los diarios, las aperturas de todos los informativos, el análisis de todos los tertulianos. Recuerdo la galleta de fuel que exhibían dos submarinistas en una portada del diario El Mundo. La imagen ocupaba cuatro columnas, como prueba irrefutable de que la marea negra había llegado a los fondos del Parque Natural de las Islas Cíes. De ser así, la catástrofe ecológica se presentaba de proporciones indescriptibles. Y así era: la foto de El Mundo lo demostraba. En realidad, la foto de El Mundo, por sí sola, no demostraba nada. No se nos decía si aquellos submarinistas anónimos eran ecologistas, biólogos o figurantes. No se nos decía si el medio arenoso que pisaban era el vivaz lecho de las Cíes o el fondo de una piscina sucia. La imagen no permitía establecer visión con profundidad suficiente para calibrar cuán grande era la mancha de fuel. Ni siquiera era uno capaz de distinguir si lo que sujetaban aquellos hombres (¿o mujeres?) era una galleta de chapapote o una bolsa de basura. Realmente, el valor testimonial de aquella imagen era una variable que tendía a cero. Y sin embargo los responsables de la edición nacional del diario le dieron la portada. Ellos sabían que no estaban mintiendo, eran conscientes de que estaban publicando una información buena, de que aquellas fotos habían sido tomadas en exclusiva por un reportero experto en el mismísimo fondo de las Cíes y de que el chapapote era parte del vertido del Prestige. Por eso decidieron darle la portada. Pero no vieron la necesidad de explicar a sus lectores los porqués de su certeza. Les bastaba con la autoridad otorgada por el paraguas de la cabecera, el logo de El Mundo, y con el convencimiento de que la corriente de opinión generalizada jugaría en su favor. A esto se le llama credibilidad. Y es el mayor tesoro de un medio de comunicación. Y no es fácil comprender cómo se logra. Lo malo es que el de credibilidad es un concepto que comparte demasiadas atribuciones (y no sólo fonéticas) con el de credulidad. Si explotamos demasiado nuestra credibilidad, estaremos forzando a nuestros lectores a que nos crean "porque sí", a que sean crédulos. Y, en ese momento, dará igual que les estemos contando una verdad como un templo: el espíritu acrítico y la falta de escepticismo habrán conformado un medio ambiente incapaz de reaccionar de manera distinta ante la verdad que ante la mentira. Habremos convertido nuestra profesión de periodistas en una máquina de contar historias que hay que creer. ¿No es éste exactamente el modo en que se expanden las creencias esotéricas desde los púlpitos de la pseudociencia? La divulgación del pensamiento mágico no requiere de otra autoridad que la fe. Basta con dejar caer el mensaje adecuado en un entorno suficientemente autosugestionado para creerlo: la audiencia no reparará en la inconsistencia de los argumentos ofrecidos, simplemente se los tragará como una esponja. El mantra del planeta herido
La pseudociencia puede ser definida, según el pensador Michael A. Gardell-Cutter, como la promoción de ideas pretendidamente científicas pero que son insustanciales, basadas en premisas incorrectas o vagas y que no siguen una lógica proporción con la materia observada. La falta de sustancia científica y de proporción es, precisamente, el atributo más visible de los métodos de comunicación ecologistas. El recurso a la ciencia desde las filas verdes suele ser interesado, parcial y poco fiable: ofrecen un discurso con una apariencia de autoridad académica de la que carece. Pero su capacidad para pulsar los resortes emocionales del receptor es inmejorable. Es lo que Bjorn Lomborg ha llamado "la letanía ecologista". Nuestra imagen del medio ambiente no está conformada por el estudio de los datos objetivos, o por la evidencia científica. Sabemos que detrás de la bata del médico que nos está abriendo el esternón en busca de un coágulo hay siglos de paciente observación científica, por eso le dejamos que nos opere a corazón abierto. Pero, paralelamente, permitimos que el dirigente de Greenpeace nos amargue el desayuno con sus agoreras predicciones sobre el calentamiento de la Tierra sin que le avale una sucesión secular de evidencias razonables. En realidad, el imaginario común sobre el estado del planeta está formado por los cientos de imágenes de televisión y las decenas de portadas de periódicos que siguen la corriente políticamente correcta impuesta por el lobby ecologista. La principal fuente de información sobre medio ambiente para la inmensa mayoría de los ciudadanos son los medios de comunicación generalistas, no las revistas de ciencia, ni las academias. Exactamente igual que ocurre con la astrología o la creencia en los ovnis. Con el agravante de que el ideario verde se permite el lujo de influir en las portadas de los periódicos, mientras el horóscopo queda relegado a un recuadro detrás del crucigrama. Si preguntamos a cualquier viandante, encontraremos que prácticamente nadie duda de que "el planeta se está deteriorando". Pero ¿alguien se atreve a contarnos por qué? De igual manera, encontraríamos una asombrosamente elevada cantidad de gente que asegura que los horóscopos predicen el futuro. Pero ¿alguien sabe bajo qué leyes físicas funciona este supuesto avance de la línea del tiempo? Desde las escuelas de primaria hasta las primeras páginas de la revista Time, la letanía ecologista repite la misma idea: el planeta se deteriora, nos quedamos sin recursos, el aire y el agua son cada vez más escasos y sucios, las especies animales se extinguen a velocidad de vértigo, los arrecifes de coral mueren, el clima se calienta... Nadie duda de que esto sea así. Pero en realidad las fuentes de energía no están escaseando, más bien todo lo contrario, la ciencia y la tecnología han mejorado los sistemas de producción de alimentos hasta el punto de garantizar el suministro a millones de personas, la esperanza de vida al nacer ha pasado de 30 a 67 años en menos de un siglo y, según la ONU, hemos reducido los niveles de pobreza más en los últimos 50 años que en los 500 anteriores. Al igual que ocurre con la creencia en los ovnis, no importa que los datos observables contradigan la corriente global de creencias: sí, estamos convencidos, los extraterrestres nos han visitado, todo el mundo lo dice. Y, por supuesto, nos estamos cargando el planeta. Todo el mundo lo dice. En ambos casos, aquellos que se atreven a proponer una reflexión crítica reclaman que se hable sobre datos contrastables más que sobre creencias generalizadas son tachados de intolerantes, radicales, reduccionistas, "talibanes del escepticismo". Críticas orquestadas
En plena crisis del Prestige, abrumado por la marea negra mediática, escribí para Libertad Digital un artículo, titulado "¿Qué es, de verdad, una catástrofe ecológica?"[1], en el que recogía las opiniones de quienes auguraban una recuperación de la Costa de la Muerte, desde el punto de vista ecológico y económico, en cuestión de un lustro. La mera exposición de los argumentos científicos que avalaban estas tesis me sirvió para recibir una plétora de cartas entre indignadas, amenazantes e insultantes desde las filas de los grupos ecologistas españoles. El tono y el método de comunicación de todas ellas eran idénticos al de las que recibí años atrás, cuando publiqué en la revista Muy Interesante dos artículos consecutivos en que exponía la invalidez científica de las creencias paranormales y denunciaba las actitudes sectarias de la Iglesia de la Cienciología. En todos los casos, el argumentario es similar: la voz que osa criticar la letanía (ecologista, esotérica, ciencióloga) es: acusada de ignorancia científica; acusada de corrupción ideológica (está vendida a las grandes petroleras, a los lobbies de la industria farmacéutica, a las asociaciones ultracatólicas...); insultada. En el caso del Prestige, la injuria más sorprendente llegó de un ecologista indignado: "Usted es un fascista hijo de Bush". Resulta significativo que, en ambos casos, la reacción intelectual de quien no compartía lo que se decía en mis escritos activase resortes tan similares. Pero no es extraño. En todas las ocasiones el argumento a mano es más cercano al pensamiento pseudocientífico que al análisis objetivo. En todos los casos, la convicción es puramente emocional, porque ni la idea ecoalarmista, ni la práctica del esoterismo ni la pertenencia a una secta religiosa pueden sostenerse desde el empirismo. El director del departamento de Ciencias Biológicas del Mississippi College, Robert Hamilton, lo ha dejado bien claro: "El mayor obstáculo para que la ecología sea aceptada como una digna disciplina académica es su permeabilidad al radicalismo ideológico". Organizaciones como Greenpeace o Earth First gozan del aplauso del público constantemente. Y se han arrogado la representatividad de la ciencia ecológica, cuando en realidad no representan más que a sus propios postulados ideológicos. Los propios expertos en ecología reniegan a menudo de los ecologistas. Un ejemplo prototípico es la controversia sobre los alimentos mejorados genéticamente, a los que la propaganda ecologista ha conseguido etiquetar como "transgénicos". En palabras del propio Hamilton, "uno puede elegir la postura política que quiera ante estos alimentos, pero la única realidad científica es que no existe ningún dato que indique que una proteína extra en la semilla del maíz tenga ningún efecto sobre el consumidor del fruto". Al igual que ocurre con los postulados anticientíficos del creacionismo, los ecologistas esgrimen argumentos supuestamente científicos para combatir el uso de estos alimentos; pero, dice Hamilton, "sus posiciones supuestamente ecológicas son en realidad puramente políticas". La auténtica ciencia ecológica debe hacer denodados esfuerzos para distanciarse del sinsentido ecologista. Incluso estando en contra de la manipulación del ADN recombinante, los científicos han de dejar claro que sus argumentos no escapan a la esfera de la razón. De nuevo Hamilton: "A menudo, el discurso ecologista, en lugar de parecerse al de un académico, imita al del político obsesionado en recaudar fondos para la causa". Cuando no al del predicador obsesionado con la salvación de las almas. En cierto sentido, sería necesario convencer al público general de que Greenpeace es una organización política, no una institución científica, y que James Lovelock es un ideólogo, no un candidato a presidir la Asociación Americana para el Avance de las Ciencias. Sólo así los aspectos ecológicos legítimos de las ciencias biológicas y físicas (el estudio, datos en mano, del desarrollo de las condiciones ambientales del planeta y de los efectos de la actividad de la vida sobre él) ganarían la atención que se merecen, y que hoy les roba la pseudociencia del ecoalarmismo. Este tipo de reflexiones nacen de observar cómo muchos profesores de biología han de esforzarse por convencer a sus alumnos de que la ecología no es lo que ellos creen. Que la imagen de la ciencia ecológica no tiene nada que ver con la de unos voluntarios de Greenpeace impidiendo el atraque de un barco lleno de maíz transgénico en un puerto de un país africano asolado por el hambre. Estudiar por qué un río contaminado de plomo puede ser un vector de enfermedades como el cáncer no tiene nada que ver con afiliarse a Greenpeace. Cuando se hace lo primero se está procediendo a explotar el maravilloso potencial de la ciencia para advertir de errores y peligros; cuando se hace lo segundo se está metiendo uno en la militancia política. La mentira oficial (la que impone la creencia de que Greenpeace representa a la ciencia ecológica) obliga al público a identificar una activad científica con una militancia ideológica. Con ello, la legitimidad de la ciencia ecológica queda en entredicho. Una vez más, el proceso es idéntico al de las pseudociencias. ¿O es que no estamos hartos de ver cómo los medios de comunicación y muchos ciudadanos siguen confundiendo astrología y astronomía? La ecología de Greenpeace no es ciencia. Sí lo es la que se enseña en el departamento de Ecología de cualquier facultad de Biológicas. ¿Por qué será que hay tan pocos ecólogos afiliados a grupos ecologistas? Mentes que se autolimitan
El divorcio entre la ciencia y el ecologismo parte de una autolimitación fundamental del pensamiento verde: no puede escapar a su propia concepción del mundo. Sólo un año después de que Darwin publicara El origen de las especies, la británica Isabelle Duncan gozó de cierto éxito con su obra El hombre preadanita. Historia de nuestro viejo planeta y sus habitantes. En ella realizaba uno de los intentos más tiernamente ingenuos de justificar la idea del creacionismo a partir de una sesuda exégesis de los textos bíblicos. La lectura crítica del Génesis, aventada por los descubrimientos darwinianos, producía en aquella época auténticos cataclismos ante los defensores de la interpretación literal de las Sagradas Escrituras. En medio, una corriente cada vez más nutrida de reconciliacionistas buscaba obsesivamente en la Biblia argumentos para salvaguardar la fe en los textos bíblicos sin negar las evidencias que arrojaba la ciencia. Duncan es el ejemplo ático de esta corriente. Para justificar la incoherencia temporal de la creencia en un Adán primigenio (que no podría conciliarse con las dataciones geológicas del origen de la vida en la Tierra), defendió la existencia de dos Creaciones distintas: en la primera, Dios produjo una estirpe de seres preadanitas que habitaron la Tierra durante eras y que fueron extinguidos por la cólera divina de Aquél; en la segunda, Dios creó a Adán y Eva. Su idea no podía resistir el menor espíritu crítico, pero Duncan mostró una contumacia envidiable para configurar un orden de pensamiento libre de toda fuga. ¿Por qué no existen restos fósiles de aquellos hombres anteriores a Adán? Porque Dios rescató sus cuerpos para unirlos con sus almas en la primera edición del Juicio Final. Con argumentos como éste, Duncan vendió cerca de 10.000 ejemplares de su libro en 1860, lo cual suponía un éxito literario ciertamente grande para la época. Probablemente, de haber vivido sólo unas décadas más tarde, tras la llegada de las primeras evidencias fósiles que no hacían más que corroborar los postulados de Darwin, Duncan hubiera producido un argumentario mucho menos obsesivo y se habría decantado por pasarse a las filas evolucionistas. Pero en su carrera intelectual pesaba una autolimitación imposible de superar. Cualquier aventura argumental era loable, cualquier esfuerzo moral era válido, siempre que se produjera en los límites de una certeza incuestionable: las Sagradas Escrituras dicen literalmente la verdad. Por eso, por ejemplo, para explicar por qué la geología demostraba que la Tierra tiene millones de años de vida mientras los exegetas databan el Génesis sólo 10.000 años atrás, Duncan se arrimó a la teoría del día-era: los siete días de la Creación no son tales, son realmente siete eras, de duración indefinida, en las que Dios tuvo tiempo para dar vida a todo lo que habita nuestro planeta. Las creencia en la literalidad de las Escrituras constriñó el pensamiento de Duncan del mismo modo que la fe férrea en la letanía ecologista constriñe el pensamiento de muchos defensores del medio ambiente. Para ellos, todo el andamiaje argumental debe realizarse sobre la indiscutible realidad de que el planeta se está muriendo por culpa de la presencia del ser humano. En una especie de wishful thinking perverso, cualquier observación, estadística, muestra, análisis debe desembocar en la constatación del deterioro de la naturaleza. Por eso, el sistema de pensamiento ecologista se encuentra en grave desventaja frente al método científico: éste carece de limitaciones apriorísticas, razón por la cual es posible en la ciencia que un modelo como el copernicano revolucione el modo de concebir el Cosmos. En el ecologismo ninguna nueva aportación socavará jamás las bases del sistema. Gaia, la hipótesis
Una de las aportaciones ecologistas que más han hecho por la perpetuación de esta autolimitación ha sido la llamada hipótesis Gaia, propuesta por James Lovelock en los años 60 y ahora vivamente defendida por Lynn Margullis. Sostiene que la Tierra es un sistema global autoalimentado y autorregulado que se comporta, en cierta medida, como un gran ser vivo. Esta imagen del planeta vivo ha dado origen a la mayor parte de la iconografía ecologista moderna. Sin embargo, los científicos saben que Gaia no es realmente una hipótesis, sino una metáfora que sus autores se han visto obligados a matizar cada vez que se les ha acusado de anticientificismo. En la primera versión de la idea, Lovelock y Margullis deambulaban entre trivialidades del estilo "la Tierra es un sistema complejo alimentado por numerosas fuentes interrelacionadas" y sinsentidos como "el planeta es un ser sintiente y consciente cuyo propósito es mantener el pálpito de la vida". Sólo cuando fueron advertidos de que atribuir un propósito consciente a la existencia de la Tierra les acercaba peligrosamente a los predios del creacionismo y de la existencia de un Plan Supremo para el origen de la vida decidieron suavizar la pasión poética de su metáfora. La ciencia no puede ni debe estar en contra de las metáforas; de hecho, el pensamiento metafórico ha colaborado en numerosas ocasiones al acercamiento empírico a la realidad observable. Pero hay metáforas cargadas por el diablo, que se convierten inmediatamente en argumentos para la pseudociencia. La hipótesis Gaia, bien aireada por la propaganda ecologista, que hizo de ella la almendra intelectual de su discurso, ha colaborado en la formación de varias generaciones de ciudadanos con una percepción arcangélica de la vida que dista mucho de ser objetiva. En definitiva, ha propiciado la formulación de un sistema de prioridades pervertido en el que caben casi en el mismo rango los derechos de los hombres y los de los animales y plantas y en el que la lucha por el bienestar de los segundos puede superponerse en esfuerzos, inversiones y trascendencia política a la defensa de las condiciones de vida de los primeros. Sólo así se entiende que presidentes de Gobiernos africanos se nieguen a alimentar a sus ciudadanos con cereales transgénicos porque son "bombas de destrucción del medio ambiente", o que Al Gore declare que el principal problema que afronta la Humanidad es la lucha contra el cambio climático (como si las dictaduras, la corrupción, la falta de libertades, el descrédito de la educación o el hambre no merecieran la menor atención de los políticos). El ecologismo, con su versión moderna más alarmista, es, en definitiva, un discurso impregnado de pseudociencia. Al menos, si entendemos por pseudociencia aquel método de pensamiento que guarda las características propuestas por el filósofo Mario Bunge, uno de los más activos defensores del pensamiento racional frente al envite de la superchería. Bunge detectó siete rasgos que comparten todos los postulados pseudocientíficos:
  1. Evitan el examen crítico. Utilizan datos científicos sin profundizar en su sustancia. Se sustentan en evidencias anecdóticas.
  2. No son autocorrectores.
  3. No son escépticos. Confunden la apertura de mente con la falta de crítica. Los datos contrarios a sus postulados son ignorados o interpretados torticeramente.
  4. Utilizan un lenguaje pomposo y vago.
  5. No son empíricos. Producen creencias pero no conocimiento.
  6. No se pueden confirmar con pruebas falsables.
  7. No requieren métodos de control académico.
Cumpliendo escrupulosamente estas siete circunstancias, el discurso ecologista se asemeja más a la superchería que al método científico y corre el riesgo de convertirse en una nueva religión del siglo XXI. Pero, además, al añadirse tan elevadas dosis de pasión ideológica y la conocida coincidencia de sus postulados con la corrección política defendida por los medios de comunicación, el ecoalarmismo ha devenido en uno de los ejemplos de propaganda pseudocientífica más penetrantes de la historia, una suerte de nuevo milenarismo a lomos de la era cibernética. [1] Libertad Digital, 29-XI-2002.

Fuente: La Ilustración Liberal