18 de septiembre de 2009

El diseño gráfico al servicio del autoritarismo

El año pasado se inició esta investigación motivada por el registro de la hiperproducción gráfica del gobierno bolivariano de Venezuela


Suficiente se ha hablado sobre cuántas horas de cadenas presidenciales se han transmitido a través de la radio y la televisión, así como sobre los avances del gobierno encabezado por Hugo Chávez Frías en el espectro radioeléctrico. Menos se ha comentado la numerosísima propaganda difundida por medios impresos tradicionales como el afiche, el volante, la valla y el pendón, que desde hace una década “tapizan” los espacios públicos venezolanos.

Por la cantidad y variedad de formatos, es fácil intuir un gasto gigantesco. Para darse una idea, solicite un presupuesto para imprimir 500 afiches, y multiplique.

Este es el tema abordado por la investigadora del diseño venezolano Elina Pérez Urbaneja, cuyos primeros resultados han sido presentados bajo el título El diseño gráfico al servicio del autoritarismo. La investigación apenas comienza, pero los avances ya han sido presentados en dos eventos sobre diseño organizados en Colombia.

Hablemos de propaganda

La propaganda puede ser analizada desde varias perspectivas, entre ellas la sociológica, la política, la psicológica y la comunicacional; esto considerando su concepción, contenido, soportes, audiencia e impacto. También puede ser revisada bajo la lupa de la historia o a través de los ojos del diseño gráfico, disciplina que ofrece sus herramientas para darle forma visual a los mensajes, en tanto participa en el proceso de codificación.

El siglo XX fue la era de la propaganda, que no es otra cosa que las técnicas de persuasión masiva ampliamente utilizadas en nuestra sociedad postindustrial. La definición de propaganda con el sentido que conocemos es de origen relativamente reciente, aunque el uso de esta palabra se remonta a 1622, cuando el Papa Gregorio XV creó la Sagrada Congregación para la Propagación de la Fe. Sin embargo, el uso del término propaganda se extendió en el siglo XX desde el momento en que se empleó para describir las tácticas de persuasión utilizadas durante la primera guerra mundial y las aplicadas posteriormente por los regímenes autoritarios.

Para que la propaganda sea exitosa, debe seguir algunos parámetros, entre los que destaca la repetición: cuanto mayor es la exposición, mayor es el agrado. También está la sencillez del mensaje, la incitación a las emociones y la distracción. Esto lo comprendió -y aplicó-, Joseph Goebbels, Jefe del Ministerio de Propaganda nazi.

Comunicación y propaganda

Los científicos sociales se han interesado en la persuasión o sugestión de la masa como ámbito de estudio de los fenómenos comunicacionales. Uno de los principales exponentes de la Mass Communication Research fue Harold Laswell, sociólogo y experto en ciencias políticas, quien realizó estudios empíricos sobre la propaganda durante la Primera Guerra Mundial, así como sobre la utilización de los medios para orientar a la opinión pública y como elemento de cohesión de las masas. Según su modelo teórico, el emisor posee el control absoluto del proceso y neutraliza la individualidad de las personas.

El diseño gráfico que interviene en la elaboración de propaganda para el autoritarismo que coarta libertades y aúpa el culto a la personalidad ¿realmente sirve?

La Mass Communication Research nació en los Estados Unidos impulsada por universidades a solicitud de entidades públicas y privadas con el objetivo de desarrollar instrumentos que influenciaran la conducta de los individuos. Los “hallazgos” de estas investigaciones fueron aplicados para unificar a la sociedad estadounidense contra los enemigos durante las dos guerras mundiales.

Otra fue la situación del nacionalsocialismo en Alemania y el fascismo en Italia, regímenes autoritarios que mantuvieron líneas paralelas, mas no iguales, en el área de la comunicación, la cual era considerada como una actividad trascendente que compete únicamente al Estado. Por esta razón la misma es reducida completamente a propaganda, tal y como están asumiendo los “nuevos gobiernos” latinoamericanos.

Paralelamente la Revolución Soviética y sus países adjuntos, desarrollaron una propaganda militante y excluyente, totalmente plegada al poder y obligada a reescribir constantemente la historia.

En Latinoamérica resaltó la habilidad de Juan Domingo Perón para la conducción de las masas y la utilización de la propaganda, según las lecciones aprendidas en otras latitudes, como Italia y Alemania. Otros ejemplos que han llamado la atención ha sido el de la propaganda de la Revolución Cubana.

Cabe resaltar que los gobiernos autoritarios mencionados han trazado estrategias comunicacionales hegemónicas cuyos mensajes tienen en común la criminalización de la oposición, el establecimiento de un pensamiento único y el desprecio del disentimiento, aspectos presentes sin ambages en sus imprescindibles sistemas propagandísticos, los cuales se caracterizan por ser eficientes para producir numerosos mensajes, casi a nivel de bombardeo, que son difundidos a través de un amplio espectro de medios controlados por el Estado, que se expresan de forma escrita (publicaciones), oral (el mitin) e icónica (efímeros como el cartel y el volante).

Las técnicas propagandísticas del gobierno bolivariano

Se podría decir que la estrategia comunicacional del gobierno bolivariano es propagandística porque está imbuida en la lógica de la campaña electoral permanente, similar al caso boliviano.

A nivel general, los modos propagandísticos empleados en la comunicación del chavismo siguen las técnicas de la propaganda enunciadas teóricamente después de la primera guerra mundial y que fueron empleadas por regímenes como el nazi. Esas técnicas, que sirven para articular el mensaje, son las siguientes:

Poco se ha comentado la numerosísima propaganda difundida por medios impresos tradicionales como el afiche, el volante, la valla y el pendón en Venezuela

  1. El empleo de los estereotipos.
  2. La sustitución de nombres por apelaciones de connotaciones emocionales.
  3. La selección de hechos.
  4. La repetición con el frecuente empleo de eslóganes y frases.
  5. Señalamiento de un enemigo.
  6. La alusión a la Gran Autoridad.

El diseño gráfico y el autoritarismo

El diseño se encarga de concretar en formas visuales las metáforas trazadas en las estrategias comunicacionales, creando así un imaginario que va a ser recibido y decodificado por el público meta, además de ser partícipe en la construcción de la documentación que facilitará la lectura del contexto histórico. Adicionalmente, dependiendo de la calidad que ostenten sus productos, alimentará el patrimonio intangible de la humanidad.

En estos tiempos de responsabilidad social, el diseño se está dedicando cada vez más a proyectos dirigidos al aumento de la calidad de vida en nuestro planeta. Para resumir esta tendencia que se afianza a nivel internacional, conviene citar al reconocido diseñador argentino Ronald Shakespear: “Si el diseño no sirve para que la gente viva mejor, entonces no sirve para nada”. (VALBUENA: 2009)

Pese a que los organismos dedicados a la promoción del diseño sostenible, así como la mayoría de los diseñadores, están asumiendo esta responsabilidad, -introduciendo en este saco al diseño político crítico y reflexivo-, también es cierto que existe un diseño propagandístico cuyos clientes suelen pagar bien, pero cuyos mensajes apoyan causas éticamente cuestionables, como en el caso de los nuevos gobiernos autoritarios que existen en diferentes puntos del planeta (con énfasis en África, Asia y Latinoamérica), que hiperproducen mensajes en todos los soportes posibles para “persuadir” sobre sus ideas y valores a su audiencia interna, y en algunos casos, externa. Esta “persuasión” generada por los regímenes autoritarios, forma parte de estrategias que tienden a la unidireccionalidad y a la necesidad de establecer hegemonías comunicacionales oficiales, con el consecuente mancillamiento de libertades consagradas en la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, como la libre comunicación de opiniones y de pensamientos o el aplastamiento de la libertad de expresión, propia del Estado liberal.

Visto desde este punto de vista, el diseño gráfico que interviene en la elaboración de propaganda para el autoritarismo que coarta libertades, siembra miedo y aúpa el culto a la personalidad de un líder, al mejor estilo del Gran Hermano que sojuzga un mundo ficticio en la novela 1984 de George Orwell… ¿realmente sirve? Y ya que no funciona para generar el bienestar de la colectividad, aunque esté bien resuelto a nivel técnico y manifieste un buen sentido estético ¿es válido como diseño? Y más aún ¿es válido analizar éticamente al diseño?

Pues, en consultas informales realizada entre diseñadores venezolanos, se les mostró un amplio registro de afiches, vallas, pendones, volantes y material propagandístico impreso en general producido por el gobierno bolivariano entre los años 2006 - 2009, y se les preguntó qué opinión les merecía desde su óptica profesional.

Las respuestas fueron variadas, yendo desde acaloradas polémicas sobre si esas piezas eran o no diseño, hasta sugerencias sobre cómo abordar el caso.

En la discusión “es diseño / no es diseño / mal diseño” hubo una primera posición que manifestaba desdén hacia “tanta porquería propagandística”, considerando que no vale la pena perder el tiempo ni siquiera en verla, porque muchas de esas piezas estaban “mal hechas”. En general este grupo de profesionales evaluó negativamente el concepto creativo, en algunos ejemplares los resultados técnicos (imágenes pixeladas, impresión deficiente), y en un tercer lugar, la estética.

Otros consultados identificaron en seguida algunas piezas como “magistralmente concebidas”, reconociendo en ellas las cualidades de un buen diseño. También hubo quien considerara que “todo es diseño”, pero lo que marca la diferencia estética es el tipo de público al que la pieza va dirigida.

Esta prueba, además de poner en evidencia la polarización política de un país, permitió constatar la tendencia de un gobierno de corte populista autoritario a la hiperproducción de mensajes propagandísticos, mucho de ellos realizados en formatos impresos tradicionales como el afiche y la pancarta, que literalmente tapizan las calles venezolanas. Aún esquivando el punto de la calidad, se pone en evidencia una fuerte inversión en el área de la comunicación y el diseño, datos que merecen ser revisados con lupa, más allá de las categorías “bueno - malo”.

Apenas se han revisado los preliminares de un tema vigente en Venezuela.

Fuente: Globedia


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